No es nada sencillo acertar en todas las apreciaciones arbitrales. y probablemente no sea justo ponerles siempre la lupa: la quinta personal de Mario Delas, un adicional que no dieron en una bandeja de Vasilis Xanthopoulos, los contactos en uno y otro lado... También al Obradoiro se le salieron dos canastas hechas en el primer cuarto, marró siete tiros libres, perdió algún balón por precitación.... Es el juego. Y si hubiese entrado el triple postrero de Pumprla, al que no le faltó mucho para encontrar la red, quizás la sensación de acidez no fuese tan acusada.
Pero sería exactamente igual de cabreante la desigual interpretación de las técnicas que hizo García González. En la primera parte, Scariolo y Nocioni apretaron bastante más desde la banda que Moncho Fernández. Pero con los baskonistas no se atrevió, y con el obradoirista no concedió el beneficio de la duda.
Lo mejor que puede hacer el Obradoiro es lo de siempre, olvidarse del trío arbitral y poner toda la atención en el juego. No se le recuerda un solo partido en el que el equipo se desquiciase o se justificase por esa vía. Pero ayer el Multiusos de Sar se enfadó más que nunca. Y, como el equipo, tampoco perdió la compostura, más allá de expresar su desaprobación de manera sonora. Y ese es un signo de distinción del obradoirismo. Lo peor es volver a casa con mala conciencia. Y ese es un pecado del que, hasta la fecha, no se puede acusar ni el equipo ni la grada.