Un ascenso en Riazor

José M. Fernández

DEPORTES

26 may 2014 . Actualizado a las 11:31 h.

El ascenso hay que ganárselo, aunque otros se empeñen en facilitarlo. Al abrigo de Riazor y en un terreno que en esta campaña no ha sido excesivamente propicio. No fue el de ayer su peor encuentro lejos de su estadio, pero el Dépor cometió en Soria algún error conocido y un par de ellos desconocidos. Signos preocupantes cuando hay tanto en juego.

Encajó un tanto a balón parado -algo recurrente en momentos delicados-, jugó cerca de treinta minutos con un hombre menos y estuvo espeso en la jugada del gol que le costó la derrota. Al cuadro coruñés se le está haciendo larga la temporada, pero tan injusta es la ácida crítica por un juego que no se acerca precisamente a la excelencia -en realidad, en ningún tramo de la temporada ha estado cerca- como su generosidad con el rival en momentos determinados de la temporada. Núñez vio una segunda tarjeta prescindible y ni Lux ni Lopo estuvieron atinados para impedir el segundo gol soriano. Tampoco el experto Marchena contribuyó a calmar los ánimos en el pospartido.

Haber sumado tres puntos de los últimos quince posibles no es precisamente un canto al optimismo, pero al menos el Dépor depende de sí mismo, del empuje de los suyos y de lo que sea capaz de hacer frente al Jaén, a un rival que aún no ha solucionado la permanencia. Un punto es suficiente. Porque, en el fondo, pese al tropiezo, el conjunto coruñés conserva la misma renta que antes de empezar el partido en Soria, pero con una jornada menos. Así lo entendió ayer el deportivismo, que, en previsión de un feliz desenlace, abarrotó los bares de la ciudad y, pese a la decepción, debe tomar impulso para llenar Riazor, empujar al equipo y cantar el ascenso más estrambótico de los últimos años.