La selección de los Tres Leones apela a la juventud para reverdecer el único laurel en sus vitrinas: el Mundial del 66
12 jun 2014 . Actualizado a las 17:23 h.Una Copa del Mundo, la de 1966, ganada en casa, y un cuarto puesto (en 1990) es escaso bagaje para el país que inventó el deporte que centrará la atención mundial este verano. Sin embargo, Inglaterra cargará a sus espaldas con todo el peso de la historia. Como siempre.
Paradójicamente, el seleccionador Roy Hodgson ha apostado por la juventud y un incipiente relevo generacional para encarar situaciones que exigen temple como el propio estreno en la competición ante una siempre peligrosa Italia (cuatro Mundiales y dos subcampeonatos, pero el peor de los fracasos en Sudáfrica, siendo colista de grupo por detrás de Nueva Zelanda, Eslovaquia y Paraguay). Uruguay (también campeona del Mundo) y Costa Rica completan el grupo de los ingleses.
Este cambio de rumbo provocó el adiós al equipo de los Tres Leones del defensa del Chelsea Ashley Cole (desplazado por Leighton Baines), pero ha resistido el empuje de otros que sí estarán, como Steven Gerrard (Liverpool) y Frank Lampard (Chelsea). Más joven en edad, pero no en experiencia, la referencia en ataque será Wayne Rooney (que cumple su tercer Mundial, los mismos que Gerrard). Entre los imberbes, Luke Shaw, (Southampton, 18 años), Raheem Sterling (Liverpool, 19 años) y Ross Barkley (Everton, 20 años, que dejó fuera a Andy Carroll).
Atrás queda la tormentosa etapa de Fabio Capello para abrazarse a un estilo de juego que se asemeja a aquella frase de Oscar Wilde: «Tiene uno de esos rostros británicos que, vistos una vez, se olvidan rápidamente».
Contragolpe, repliegue ágil, jugadas a balón parado y apuesta a la técnica individual se traduce en problemas en la construcción ante equipos cerrados, demasiadas definiciones desde media distancia, Rooney como único jugador desequilibrante, Gerrard como base en la creación, y demasiados funcionarios del fútbol en el bando inglés. La osadía de sus laterales y la manera de manejar el tempo de los partidos le convierte en una gran encajadora de golpes, lo que augura memorables episodios de fútbol en Brasil.