Las esencias de la «oranje»

José M. Fernández PUNTO Y COMA

DEPORTES

10 jun 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

En el Soccer City de Ciudad del Cabo Holanda se dejó algo más que una final, la tercera de su historia y la primera frente a un rival que no fuera el anfitrión. La añorada naranja mecánica de la década de los setenta del pasado siglo, el equipo que mostró al mundo el fútbol total y que se encontró con el favor popular pese a sus tropiezos frente a Alemania y Argentina, dilapidó buena parte de sus esencias en una colección de patadas al amparo de la permisividad y la ceguera de Howard Webb. En la alevosa patada de De Jong a Xabi Alonso o en la implacable persecución con la que Van Bommel sometió a Xavi quedaron reflejados todos los complejos de inferioridad de un futbol que hasta entonces se había desarrollado con un descaro impropio de un país sin demasiada tradición. Aquel 11 de julio del 2010 el futbol holandés perdió la entrañable inocencia del pequeño país europeo en el que algunos creyeron que se reencarnaba el Brasil del pasado. El amarillo transformado en un festivo y desinhibido naranja.

El fútbol le debía un Mundial a la naranja mecánica de Cruyff, pero el Flaco, abanderado de una generación irrepetible, abominó de la áspera propuesta de la tropa de Van Marjwik y se vio reflejado en la imagen del grupo de Del Bosque. Holanda se topó con su penitencia en la Eurocopa del 2012, en la que perdió los tres partidos. Lejos del talento de antaño, el fútbol holandés se aferra a un grupo de veteranos -Robben, Sneijder, Van Persie, Huntelaar...- con más presente que futuro y a la habilidad de Van Gaal, un técnico que representa buena parte de lo mejor de la esencias de la escuela holandesa. Sigue De Jong. Eso sí, ya no está Van Bommel. Un alivio.