Continúa el ruido de sables en el entorno rojiblanco. Por desgracia, la paradisíaca e idílica aldea del arce en la que se había convertido el Club Deportivo Lugo durante los últimos años ha pasado a mejor vida. Son tiempos movidos, tanto en los despachos, a pie de calle, como en el 105x70. Que no se nos olvide que el axioma básico sobre el que gira todo lo demás es que la pelotita entre en la portería y genere puntos en la clasificación. El resto viene después. Y es en estas que el Lugo quemó bien pronto el crédito obtenido contra Valladolid y Las Palmas, con otro partido a domicilio plano, escaso en ideas y con el área rival como objeto decorativo. Una versión descafeinada, que no por repetida debe dejar de ser criticada. El partido de Leganés ya lo hemos visto muchas veces durante los últimos meses; salir a empatar a nada y esperar a que el rival no acierte. Lo peor: no se espera que cambie demasiado la inercia fuera de casa de aquí al final. Parece que nuestro destino se tejerá cada 15 días en el Ángel Carro. Peligrosa ruleta rusa.
Mientras tanto, la estabilidad del club sigue revuelta y en peligro. Sorprende ver que ningún dirigente rojiblanco haya hecho todavía una comparecencia pública ante los medios para aclarar los términos de todo este embrollo accionarial. Sería de agradecer, y sobre todo, daría tranquilidad a socios y accionistas, que el club se manifestase. No es precisamente este el punto fuerte de los mandamases rojiblancos.
En esta guerra de guerrillas en la sombra, con muchos con la navaja afilada por si acaso, aparecen inesperados actores. Unos promueven la impugnación de todo el proceso representando a una importante cantidad de accionistas minoritarios y otros arriman su ascua al nuevo propietario, ya que no se sabe cuándo se puede sacar réditos del rio revuelto. Al rebote se encuentran estos.
En medio de todo este jaleo, repleto de grisáceas sombras más o menos alargadas, el equipo juega el domingo otra final contra el Recreativo, medio moribundo por los gravísimos problemas económicos que lo asolan. Siempre habrá alguien que esté peor que tú, pensarán algunos. Mal de muchos?