Los pequeños duelos de un día colosal

antón bruquetas REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

BENITO ORDOÑEZ

Las batallas individuales pueden definir un encuentro con el que sueñan todos los futbolistas

22 mar 2015 . Actualizado a las 19:16 h.

En un partido tan gigantesco, que concita la atención de todo el fútbol mundial y con el que sueñan todos los futbolistas cuando empiezan a pegarle patadas a un balón, cada mínimo detalle cuenta. No en vano se evalúan dos plantillas siderales, dos grupos de jugadores repletos de calidad y de gloria. Un pequeño desequilibrio en cualquier parte del campo puede definir el enfrentamiento hacia uno u otro banquillo, puede otorgar tres puntos de oro para la pelea por abrochar el campeonato de la regularidad.

Mascherano-Kroos

La brújula del clásicoLuis Enrique ha amagado con la posibilidad de que Busquets, lesionado desde la semifinal de Copa contra el Villarreal, regrese al once titular, aunque lo más probable es que en la alineación figure Mascherano como el sostén de la línea medular del Barça. Su desempeño, como el de Toni Kroos, el espejo en el bando contrario, será trascendente para el devenir del clásico. Ambos son los encargados de aportar armonía a sus respectivos equipos. Tienen la función de apoyar a la defensa en el arranque de cada jugada y también son quienes están llamados a taponar los agujeros cuando se estiren hacia arriba a toda máquina y luego toque replegarse.

Luis Suárez-Benzema

El olfato del nueve. Los dos están demostrando que son algo más que un nueve al uso. Luis Suárez debutó con el Barcelona en el partido de ida, tras cumplir su sanción de cuatro meses por el mordisco a Chiellini durante el Mundial. Desde aquel entonces hasta ahora, el uruguayo se ha ido adaptando a la perfección a rol completamente diferente que el que ocupaba en el Liverpool en la Premier y en su selección. Ahora sabe que la batuta aquí la llevan Messi y Neymar y a él no solo le toca disparar, buscar la finalización, sino que tan importante como eso es generar espacios en las defensas rivales y asistir a las dos estrellas que emergen desde los extremos.

Para Karim Benzema las nuevas funciones de Luis Suárez hace tiempo que dejaron de ser algo innovador. Ha interiorizado como pocos delanteros en el planeta que el último pase también forma parte de sus atribuciones. Y el francés no suele defraudar en las grandes citas.

Neymar-Bale

Dos torrentes al galope. Con espacios, Neymar y Bale son atronadores. Tras una primera temporada en la que no estuvo especialmente deslumbrante, el brasileño ha exhibido esta campaña la determinación de los jugadores que pretenden escribir en la historia. Cuando Messi todavía no había arrancado, cuando aún se estaban trazando las relaciones de fuerza en el vestuario del Camp Nou, Neymar se encargó de pintar de fantasía a un equipo en construcción.

En la otra cara de la moneda, Bale, decisivo en los dos títulos principales que logró el Madrid el año pasado, con un gol portentoso en la final de la Copa ante el Barcelona y otro determinante para que la décima viajase desde Lisboa hasta las vitrinas de Chamartín, se ha ido encogiendo con el paso de las jornadas. Hoy su capacidad para resolver partidos está más cuestionada que nunca. Pero ante un escaparate inigualable, Ancelotti y, sobre todo, el palco, guardan la esperanza de que por fin llegue su rehabilitación.

Iniesta-Isco

Destellos para la grada. Si hay figuras capaces de levantar a una grada, incluso en campo contrario, esos son Andrés Iniesta e Isco Alarcón. El manchego, al que, como a la mayor parte de su equipo, le ha costado despegar esta temporada, es el catalizador ideal para el tridente que ha consolidado Luis Enrique. Es el hombre que suele encontrar ese tiralíneas imposible para dejar a sus compañeros solos delante del portero rival.

Por su parte, Isco ha convencido a Ancelotti de que a sus habilidades en el balcón del área también ha sumado esfuerzo y trabajo. Sin James ni Modric se ha vuelto intocable y el espectador lo ha agradecido.

Dani Alves-Marcelo

La virtud de la anarquía. Más que dos laterales son dos extremos reconvertidos. Su anarquía cuando pisan campo contrario abre fisuras en cualquier línea de contención. Su inspiración se antoja vital.