Suma la duodécima victoria en un partido recio ante el Zaragoza
30 mar 2015 . Actualizado a las 09:55 h.El Obradorio Rio Natura Monbus consiguió la duodécima victoria del curso en un partido tremendo. No fue una contienda de violines y pinceles. Fue más de pico y pala, aunque hubo detalles de muchos quilates en los dos lados. Supo aguantar en los momentos más delicados y esta vez jugó mejor en los instantes decisivos. No es la permanencia matemática, pero si virtual. Los dos equipos equipos ofrecieron una primera parte recia, con un Obradoiro que llevaba la iniciativa en el marcador y un Zaragoza que nunca se descolgaba.
El partido arrancó con una variante que le dio un gran resultado al colectivo de Moncho Fernández ante el Murcia, la de Pavel Pumprla encargándose de defender al base rival. En este caso, Lisch. El alero checo es como el toro de Osborne. Resopla e impone en el marcaje. Y, además, en el primer cuarto aportó seis puntos.
En ese capítulo inicial también tuvo un gran protagonismo ofensivo un Corbacho de contrastes, tan capaz de jugarse tiros que no entran en el guión como clavar tres triples que hicieron mucho daño en la retaguardia aragonesa. Todo ello a pesar de dos agarrones de Sastre que solo pasaron inadveritdos para los árbitros. La única nota negativa para el colectivo local llegó con la segunda falta personal de Kleber, que imponía su solidez debajo del aro propio.
El técnico visitante, Joaquín Ruiz Lorente, fue probando distintas variantes. Cambió la pareja de pívots, también la de aleros y el timonel. Y hubo un momento en el segundo cuarto en el que Llompart parecía hacerse con las riendas del partido. Un parcial 0-7 acercó a los aragoneses a solo tres puntos. El Obra resistía en ataque a borbotones, a lomos de la inspiración de Wacynski. Y Moncho Fernández decidió tirar de la cuerda defensiva.
Primero volvió a pista Rafa Luz y después lo hizo Pavel Pumprla. El equipo consiguió cerrar el segundo cuarto con un triple del base y una canasta doble de Triguero para irse al descanso con una renta de nueve puntos: 42-33. Tras el paso por los vestuarios llegó la reacción del Zaragoza, abanderada por Landry y Robinson en ataque, y por Pérez Pérez con el silbato. Consiguió lo que muy pocos, desquiciar a Corbacho, que se llevó una técnica tras la enésima falta pasada por alto.
En el ecuador del tercer cuarto igualó Landry, 46-46. Y a partir de ahí la contienda entró en el terreno emocional y de los golpes de inspiración. Los dos colectivos apretaron los dientes y lucharon a cara de perro. El Obra pasó por un momento delicado, con un 46-50. Pero le dio la vuelta a la tortilla Waczynski con un par de triples seguidos. Y se llegó al último acto con empate a 54. Tras un par de ataques malogrados por cada lado, abrió brecha el Obra con un mate de Triguero, haciendo gala de una rabia hasta ahora desconocida y un triple de Corbacho. Pidió tiempo Ruiz Lorente y respondió el CAI con un par de triples.
En el juego de tirones el conjunto local encontró su camino, como tantas veces, en la defensa. Y el final de contienda tenía reservado el protagonismo para un héroe anónimo, de los que se merecen la gloria porque siempre están ahí para lo que haga falta. Con su tobillo maltrecho, Keaton Nankivil anotó un mate y, a falta de 43 segundos, un triple celestial que ponía el 72-66. Después cogió un rebote y anotó un tiro libre. Y el Obradoiro ya no cedió la iniciativa.