Una semifinal con dos equipos que, en el fondo, juegan de forma parecida. que solo cambian el plan en función del resultado del momento. Eso sí, la gran diferencia entre uno y otro reside en las fortalezas individuales, muy superiores en el caso del Real Madrid. Acabó ganando el campeón italiano, pero con el mismo partido a nadie le hubiera extrañado que el resultado hubiera sido 1-2, o 3-1... Ni uno ni otro consiguieron controlar la situación; respondieron al impulso del resultado. Ha sido, eso sí, un duelo incierto, por la altura de la competición, toda una semifinal de la Liga de Campeones, y la enorme repercusión que tiene, pero confieso que no me ha gustado demasiado. Ni uno ni otro fue capaz de cerrar el partido, de imponerse a su rival.
Ya no sorprende, porque lo ha hecho en los últimos compromisos, pero que Sergio Ramos se desenvuelva como centrocampista significa que Carlo Ancelotti no se fía de la capacidad defensiva de jugadores como Bale, Cristiano, Isco o James. El técnico italiano se siente cómodo con Sergio, Varane y Pepe. Aún así, sin un centrocampista puro, el Real Madrid es superior a una Juve en la que no encuentro a nadie que pudiera tener un hueco en el conjunto de Ancelotti. Ni un Buffon todavía más que correcto, ni siquiera Tévez. Tampoco Pirlo.
Pero lo cierto es que estamos en la mitad de la eliminatoria y el Real Madrid necesita un triunfo. Ahora la Juve sabe cuál será su plan en el Bernabéu. Si recupera a Pogba será más fuerte, pero inferior a un Madrid en el que me cuesta creer que Ancelotti vuelva a apostar por Sergi Ramos en el centro del campo, aunque esa no es la causa de que arranque la vuelta por detrás en el marcador. El Madrid perdió porque no le incomodaba el 0-0 y porque sabía que le quedan 90 minutos en su estadio. En el fondo, pese a sus similitudes, debe decidir el mayor talento del Madrid. La Juve es el más discreto de los cuatro semifinalistas, pero, y ahí reside su peligro, el 2-1 le ha dado un plan para la vuelta.