Armstrong no es Humphrey Bogart

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

DEPORTES

10 ago 2015 . Actualizado a las 19:59 h.

Hubo un tiempo en el que parecía que a Armstrong siempre le quedaría París, como a Humphrey Bogart e Ingrid Bergman. Pero puede que, al final, a Armstrong solo le quede Cangas. Porque si el ácido del dopaje sigue colándose por las rendijas de su pasado, el palmarés del corredor tendrá que retroceder hasta una etapa de la Volta a Galicia del 92. Cuando la Volta era todavía la Volta y Armstrong no era ni la sombra de Armstrong. Parece que haya pasado un siglo. Pero lo que ha pasado por aquí es simplemente la verdad.

Alex Gibney realizó un documental en el que retrató al ciclista estadounidense y, de paso, filmó el día a día de su propia decepción. El mito se desplomó cuando el director estaba en la sala de montaje, ensamblando bravuconadas en las que Armstrong prometía devorar a todos sus rivales en cuanto tuviera una nueva ocasión. Fueran o no de su equipo. La historia del regreso de un corredor que se creía por encima de todos se convertía en la crónica de un final. Y Gibney tuvo que volver junto a su protagonista, cámara en mano, para pedirle cuentas. Hay un momento en el que Armstrong, que fue el tirano del pelotón, la frialdad montada en bicicleta, se confiesa como niño mimado del ciclismo. Llega a decir que le reían todas las gracias. Quizás esa frase es el mejor resumen. César admitiendo a la vez los pecados de Bruto y la locura de Nerón.

Ni Armstrong es Bogart ni Texas es Casablanca.