La falta de confianza

Rocío Candal
Rocío Candal DIARIO DE UNA FUTBOLISTA

DEPORTES

17 sep 2015 . Actualizado a las 18:50 h.

Es como un catarro crónico: un día dejas de toser y, pobre iluso, te autoconvences de que el proceso gripal ya se ha pasado, que eres fuerte, que el malestar está superado... Sin embargo, una mañana lluviosa te olvidas los calcetines, desafías el oleaje, no te pones a cubierto, y con ello vuelven los estornudos, la fiebre, las malas sensaciones... Y ahí te acuerdas: aquella tos, por mucho que te duela, pervive en ti hasta que encuentras LA SOLUCIÓN, así en mayúsculas, que no es otra que esa medicina natural que te alivia de forma milagrosa.

Escapando ya del símil, dicen algunos psicólogos que para un futbolista no hay peor lesión que la propia falta de confianza. Cierto es que, aparte del licenciado, sólo un jugador que se encuentre inmerso en un proceso así podría hacer tal afirmación universal. Y es que, vete tú a junto del lateral izquierdo que se acaba de romper el cruzado y explícaselo. No lo intentes, no te va a entender. Es lo normal. Ese chaval no puede ni oler la pelota, tú sí, tú puedes jugar perfectamente, ninguna lesión física te lo impide. Sin embargo hay algo en tu interior que te frena, que no te deja ser tú mismo. 

Hace ya un par de años, un futbolista brasileño hizo famosas sus botas debido a la serigrafía que estas portaban. "Ousadía e alegría" eran las palabras que acompañaban sus pases. A simple vista, sonaba gracioso e incluso ridículo, ¿qué tendrá que ver eso con el fútbol? podría pensar cualquier sensato. Sin embargo, si alguna vez eres parte del juego acabarás por comprender aquellas letras. Y es que solo un futbolista que sea "ousado" y "alegre" podrá hacerlo bien. ¿O acaso has visto algún jugador tímido (en el verde) que jugase triste y destacase?

Es la base del juego: disfrutar, ser feliz, atreverse... Parece fácil y suena bien, a no ser que el psicólogo (siempre en términos deportivos) te recete "la peor lesión del mundo", entonces no, ni lo intentes.

Para ese pelotero incomprendido, la ousadía y la alegría serán vocablos utópicos, mientras que conocerá a la perfección el significado de otros antagónicos como la decepción o la frustación, fieles compañeros en su viaje por recuperar el fútbol perdido. No hay prescripción médica para solucionarlo, dicen que basta con que el "pateador de la bola" descubra a su mayor enemigo: ese que le mira todos los días desde el espejo de casa.