Aunque ahora veo que la emigración deportiva ha tomado otra dimensión, nunca pensé que habíamos sido pioneros. En Galicia era novedad. Sabía que nos la jugábamos, porque si no salía bien, volver sería complicado. La realidad es que nunca crees que te saldrá mal. Lo sopesé mucho, tenía que dar un cambio y pasaba por irme del país. Tuve la suerte de que las piezas, incluidas mis circunstancias familiares y de pareja, encajasen muy bien, y de que me fui al sitio adecuado. Los escoceses nos abrieron las puertas de su casa, nos idolatraban, y eso que éramos su competencia directa. Además del aspecto deportivo, dar ese salto te enriquece en lo cultural, personal y te das cuenta de todo lo que sucede fuera de España. Acabas sintiendo esas costumbres como propias.
Debes valorar todo el contexto, no solo si te aprecian, sino objetivamente lo que aporta a tu carrera. Yo fui muy afortunado pero pienso que hubo un gran componente de azar. Ahora las comunicaciones han cambiado y eso facilita un poco las cosas.
Éramos un grupo de siete españoles, yo el único gallego. Si tengo que ir solo, me lo hubiese pensado más. Vivíamos cerca de Glasgow. Era como el Gran Hermano escocés. Pero nuestras parejas hicieron piña y todo fue rodado. Después, cada uno hizo carrera en Escocia por su cuenta. Yo estuve diez años. Con el paso del tiempo, compruebo que esa experiencia fue muy útil para mi trabajo tras colgar las botas y para la educación de mis hijas. Me siento muy agradecido por ello. Puede que nosotros también hayamos abierto puertas, como ellos nos las abrieron a nosotros.
Ahora pienso, si lo quiero organizar mejor, no me sale. A veces, tomas decisiones que nunca sabes si son las correctas. O otras que parecen absurdas y arriesgadas y son las mejores que hayas podido tomar en tu vida.
David Fernández Miramontes dejó el Deportivo para fichar por el Airdrieonians escocés en el año 2.000.