El don del gol y de la oportunidad

x. r. c. VIGO / LA VOZ

DEPORTES

Kai Försterling | EFE

El vigués Santi Mina marcó su primer gol con el Valencia ante el Barça y ante la mirada de Neville

07 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Santi Mina (Vigo, 1995) siempre resurge. El jugador del Valencia tiene el gol entre ceja y ceja, y también un don especial para revertir situaciones complejas. Le pasó en Vigo con el Celta y se repite ahora en Mestalla. Justo en el momento en donde las voces críticas se oían a coro, el delantero gallego marcó un gol que vale un punto de oro ante el Barcelona cuando el tiempo ya se agotaba. La mejor manera de acallar a aquellos que se preguntaban si tenía nivel para un equipo top -Valencia siempre ha sido una de las plazas más complicadas en cuanto a tensión- y a los que buscaban en la conexión con su agente Jorge Mendes el motivo por el que el conjunto ché pagó al Celta 10 millones de euros (la cláusula) para llevárselo el pasado mes de junio.

Mina repite en Mestalla la misma medicina que le llevó a la titularidad de celeste. Paciencia, esperar el momento y aprovecharlo cuando llega. Así convenció a Berizzo después de un comienzo difícil con el argentino. Hasta que le marcó cuatro goles al Rayo y se convirtió en el amo de la banda derecha.

No obstante, los méritos del viaje hacia Primera se los lleva Luis Enrique aunque debutase con Herrera. Lucho fue su valedor, y con él, jugó 29 partidos aquella temporada. Fue el mismo año que el Celta decidió meterlo en el gimnasio para cambiar su menudo cuerpo por unos músculos a prueba de cargas de los defensas rivales.

Mina siempre ha sido un polifacético del área rival. Como juvenil se hinchó a marcar goles en la posición de delantero centro, pero nunca le hizo ascos al viaje a los costados, el lugar en donde ha encontrado un hueco en Primera División.

Su salida del Celta estaba cantada desde hacía tiempo. Las ofertas de renovación del club vigués nunca fueron atendidas y solo faltaba que un equipo grande se interesase por sus servicios. El Valencia fue su destino, y tras un aterrizaje complicado, ha decidido aprovechar la rendija que dejan las bajas en el cuadro de Mestalla para intentar hacerse un sitio. Justo en el momento que Gary Neville llega al banquillo ché. Porque Santi tiene el don de la oportunidad y un ángel que acompaña a sus notorias condiciones.