Más allá de una clara mejoría en el juego, el debut de Zizou ha funcionado como un efecto placebo para el entorno del Madrid
11 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Zinedine Zidane jugaba en casa y con el viento a favor. El francés tuvo un plácido estreno en el banquillo del Real Madrid, pero aunque el resultado hubiera sido otro su figura tampoco hubiera estado bajo sospecha. Apenas tres entrenamientos eran insuficientes para emitir un juicio sobre el nuevo Madrid y los métodos de Zizou, aunque la contundente victoria sobre el Deportivo sí ha destapado la euforia en el entorno blanco. ¿Un alivio por la destitución de Rafa Benítez o realmente frente al Dépor fue la primera víctima de la sabiduría táctica de Zizou? ¿De verdad el Santiago Bernabéu asistió al nacimiento de un nuevo Madrid, más comprometido y solidario, o la goleada tuvo más que ver con los fuegos de artificio de un grupo con una pegada descomunal que había dado la espalda a su anterior técnico y con un rival excesivamente contemporizador? ¿Realidad o efecto placebo?
¿Innovó Zidane en el once inicial o apostó por alguna fórmula ya conocida?
Desde el mismo día de su presentación Zidane estableció una frontera imposible de traspasar: la titularidad de Gareth Bale, Benzema y Cristiano Ronaldo es innegociable. Frente al Dépor, mostró su preferencia por Carvajal sobre Danilo y, en una decisión comprensible desde el punto de vista de la paz interior, mantuvo a Pepe al lado de Sergio Ramos. A partir de ahí, el único cambio realmente significativo es la inclusión de Isco en el medio del campo para acompañar a Kroos y Modric; ni James Rodríguez ni un centrocampista de corte más defensivo. Una apuesta por el juego y la creatividad que se aleja de los postulados de Rafa Benítez, pero que lo emparenta claramente con Carlo Ancelotti, con el que Zizou compartió vestuario. Así, pese al aparente mayor compromiso y agresividad del grupo, el Madrid mostró buena parte de los defectos de antaño: tendencia a partirse en dos, con Modric y Kroos de apagafuegos. Menos equilibrio y más pegada.
¿Apareció por fin la solidaridad y el compromiso defensivo en la «BBC»?
Ninguna otra jugada -goles al margen- ha despertado más atención televisiva que la ayuda defensiva de Gareth Bale en su propia área, mediada la segunda parte y con el partido ya decidido. Ciertamente, algo ha cambiado, porque en ese momento los servicios médicos del Madrid atendían en la banda a Carvajal y Bale ocupó el lateral derecho, algo a lo que se había negado cuando Benítez, también circunstancialmente se lo había pedido. La excepción que confirma la regla, porque Bale -al igual que Cristiano y Benzema- apenas pisó su campo para echar una mano cuando el Dépor buscó la portería de Keylor Navas. Un gesto para la tribuna al que el galés, en su mejor partido en Madrid, le ha sacado rendimiento.
¿Consiguió el preparador francés que el Madrid llevara la iniciativa?
En la mejor tradición de un equipo plagado de talento y pegada, el Real Madrid se impuso al Deportivo con la calidad individual y la velocidad de sus contras. Nada nuevo desde que Florentino Pérez decidió coleccionar estrellas. El conjunto blanco no necesitó el balón para poner en apuros al Dépor cada vez que rondaba la portería de Lux, sobre todo desde que al cuarto de hora Benzema, con Bale en claro fuera de juego, abrió el marcador. Hasta entonces, el balón y las mejores ocasiones había tenido el protagonismo blanquiazul. Un Madrid con Isco y la BBC andará tan sobrado de talento como escaso de sacrificio defensivo y presión al rival. Cualidades que tampoco exhibió el sábado, por más que la calificación de solidaridad acompañe las crónicas más complacientes. El Madrid volvió a ser un equipo que concede ocasiones a su rival y que exprime mejor que nadie los partidos de ida y vuelta. El Dépor le remató en 18 ocasiones.
¿Mejoró la actitud respecto a la época de Benítez?
Probablemente fue la novedad más significativa del nuevo Madrid. Tan importante como el efecto Zizou fue la necesidad de cambiar la imagen. El Santiago Bernabéu no hubiera perdonado la indolencia de las últimas semanas. Con Benítez fuera, la afición blanca estaba pendiente de la respuesta de sus jugadores y estos, al menos el sábado, respondieron con más energía de la habitual. Eso sí, se encontraron con el Dépor más complaciente de toda la temporada, con un equipo que no cometió su primera falta hasta pasada la media de hora de juego y que acumuló un total de 8 infracciones.
¿Un nuevo Ronaldo con el respaldo de Zizou?
Cristiano Ronaldo -el alma del equipo, en palabras de Zinedine Zidane-, el único jugador insustituible y el hombre récord del Madrid tampoco ha modificado sus costumbres. Ni presionó la salida del balón del Dépor ni ayudó en defensa, buscó el gol con su voracidad habitual -remató en diez ocasiones- y exhibió las poses de costumbre cuando no recibió un balón en condiciones. Tan previsible como el juego de un equipo sometido a las caprichosas decisiones de un palco que utiliza a los entrenadores como escudos protectores.