El Centro de Alto Rendimiento de Madrid y su residencia, la Joaquín Blume, acogen los sueños de diecesiete deportistas gallegos que se levantan cada jornada pensando en seguir superándose
06 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.Cada uno con su deporte, con su propio momento de madurez, con su sueño. Son diecisiete piezas de un gran puzle, el del futuro del deporte español, aunque la mayoría son presente, que habita en la residencia Joaquín Blume de Madrid. Allí Galicia cuenta con su propia expedición, compuesta por nueve hombres y ocho mujeres. El más pequeño tiene 17 años, el mayor, 27. Allí, integrados en el Centro de Alto Rendimiento (CAR), buscan subir un escalón cada jornada en atletismo, bádminton, halterofilia, yudo, natación, taekuondo y triatlón. Y para ello cuentan con todo tipo de facilidades.
«Esto es como un palacio», asegura Adrián Ben, que ahora evita hacer 100 kilómetros dos días a la semana entre Viveiro y Lugo. Llegó hace seis meses junto a Miguel González y Tariku Novales -este en régimen externo-, con los que forma un trío prometedor de mediofondistas. «Gracias a mi trabajo en Galicia soy el atleta que soy, pero el salto de calidad en la rutina ha sido enorme en Madrid», añade. Su escasa experiencia en el centro contrasta con los más de siete años, desde que tenía 15, que lleva la halterófila coruñesa Irene Martínez. «Es mi segunda casa. Tenemos nuestra propia habitación, nos la limpian y nos hacen la comida. Solo nos preocupamos de entrenar», subraya. En el gimnasio se entrena con la también coruñesa Noelia García y otros 16 compañeros. «Aunque a veces se queda un poco pequeño, se está bien», comenta, a la par que desvela que le encantaría volver a Galicia. «Pero cuando me retire», matiza.
El grupo de internos más amplio lo forman los triatletas. Sobre todo, ellas: la pontevedresa Carmen Gómez, la naronesa Sara Guerrero y la ferrolana Inés Santiago, que son como uña y carne, en un póker que completa el santiagués Andrés Cendán. «Somos todos de la misma edad, del mismo nivel y, además, el año pasado tuvimos buenos resultados», resalta Inés. Las tres entraron en septiembre del 2015. En cuanto a la vida en la residencia, asegura que «hay más gente de la que parece», por la amplitud. A la hora de la comida, ellas mismas se hacen el menú con el bufé del que disponen. «No es de la calidad de la de mi madre, pero hay mucha variedad, y a mí me gusta comer de todo», señala. Aunque disponen de una cafetería, un billar o una mesa de air hockey, el grupo de amigos, al que se añaden triatletas de toda España, opta casi siempre por salir de allí: «Nos encanta la ciudad. Los jueves y los sábados por la tarde, cuando solemos descansar, vamos de compras y a cenar».
El centro acoge también deportistas de mayor edad, como es el caso del yudoca coruñés Alejandro Sanmartín, ahora en la categoría de -100 kg. Entrena en un módulo del recinto junto a unos compañeros a los que cualquier fin de semana se enfrenta en las competiciones. Este factor es el pan de cada día para los deportistas del CAR y lo que les hace seguir elevando su nivel. «Las instalaciones son perfectas, con un tatami enorme y una sala de pesas», valora. Igual de a gusto están los dos taekuondistas: el marinense Pablo Fernández Eiras, allí desde hace un año, y el ribeirense Manuel Parada, externo desde hace dos. «Me gustaría estar en régimen interno, porque supondría poner el deporte como prioridad», explica Manu, que ahora intenta compensarlo al cincuenta por ciento con los estudios.
Por su parte, Pablo ahonda en la «gran mejoría» que ha percibido desde que se mudó: «En el taekuondo es importante tener un grupo fuerte, con intensidad, y dedicarle muchas horas». En la residencia les dan «todo prácticamente hecho». «De estos doce meses saco casi todo en positivo», concluye el marinense.
Completan la terna de gallegos dos nadadoras: la pontevedresa Bea Gómez y la ribeirense María Vilas, el jugador de bádminton ourensano Miguel Barbado (17 años), la atleta nigranesa Ángela González y el yudoca coruñés Alberto Gaitero.