Una de las grandezas del atletismo es que es apto para casi todas las edades, con récords para los más jóvenes y hasta para los de más de 100 años. Recientemente falleció, a los 86, Ed Whitlock, uno de los iconos veteranos. Un cáncer de próstata le segó la vida, pero sus hazañas perdurarán.
El canadiense era el mejor embajador del atletismo, un ejemplo deportivo y humano. Batió récords del mundo de maratón, en veteranos, al alcance de pocos, al margen de la edad. En el 2003 fue el primer septuagenario en bajar de las 3 horas: corrió en 2:59.10 con 72 años, pero lo más asombroso lo realizó cuando acabó en 2:54.49 con 73 años.
Los récords de maratón de mayores de 70, 75, 80 y 85 años son suyos. El último lo dejó en 3:56.33, con 28 minutos menos que el anterior. Con 80 años corrió el maratón en 3:15:54, es decir que a esa edad le quitaría 10 minutos al tiempo que hizo un deportista profesional (Raúl González) en Nueva York 2016.
A los 79 años todavía bajaba de 1:35 en el medio maratón. Una comparativa con las grandes pruebas en ruta de nuestro país demuestra su valor. En la media maratón de A Coruña solo 199 participantes de casi 2.000 bajaron de 1:27:24; y en la Vig Bay, 252 de casi 4.000. 451 atletas, sumando las dos carreras, de 6.000 participantes, serían capaces de aguantar a Whitlock la mitad de un maratón cuando él tenía 73 años y corrió en 2:54 en un maratón completo. Whitlock se entrenaba dando vueltas a un cementerio cercano a su casa, no tenía entrenador ni contratos de publicidad, no estiraba, no cuidaba especialmente su alimentación y corría con unas zapatillas medio rotas que tenían 15 años.