Pablo Alfaro, ex granate, suma a su equipo al entrenador de porteros del Ribadumia
19 abr 2018 . Actualizado a las 05:05 h.Más allá de Pontevedra, mucho más allá juega el Mirandés, poca vinculación tiene con la provincia. Equipo del grupo II de Segunda B lucha por el ascenso solo un año después de haber caído de la división de Plata. Intentando devolver al equipo a Segunda está un viejo conocido de la afición granate, Pablo Alfaro, maño de nacimiento, pero gallego de corazón. El técnico ha formado una pequeña delegación pontevedresa para tocar la gloria. Aunque en broma asegura que «somos algo puñeteros», aclara rápidamente que la profesionalidad es una de las mayores cualidades de los gallegos. Desde su etapa en el Pontevedra, Alfaro va de la mano de Miguel Alonso, su segundo de abordo. «Estamos juntos desde la temporada 2009-20010 cuando el Pontevedra, entonces de Nino Mirón, jugó el play off de ascenso a Segunda», recuerda Pablo Alfaro, que a finales de la temporada pasada llegó al Mirandés para sustituir a Javier de los Mozos. «Y fui el cuarto», puntualiza. Con medio cuerpo técnico gallego, hace un par de semanas se incorporó César Pazos, entrenador de porteros del Ribadumia, que se subió a un tren que como él mismo dice «solo pasa una vez en la vida». Miguel lo conocía desde hace años. Sus caminos se cruzaron como jugadores de la base del Pontevedra y años después siguieron de la mano en la Universidad y después de separarse, el Mirandés ha vuelto a unir sus caminos. «Antes todos me llamaban gallego y ahora ya no sé puede decir eso», recuerda Miguel, que ahora comparte piso con César para hacer más fácil la distancia.
Los dos tienen familia en Galicia y se les hace muy duro estar lejos. «Es la otra cara del fútbol profesional», reconocen ambos entrenadores, que aprovechan cualquier día libre para venir a casa. «En verano se pusieron en contacto conmigo para que me viniese, pero estaba a punto de nacer mi hijo pequeño y lo rechacé, pero ahora volvió a surgir la posibilidad y mi mujer me dio el empujón definitivo para irme», confiesa César Pazos, que pasó de un equipo de Tercera muy familiar a uno de Segunda B con aspiraciones de ascenso. «Ni en mis mejores expectativas me imaginaba que fuese así, es fútbol profesional, estructura, jugadores y gente, este es su único trabajo», reconoce el arousano.
Seguir soñando
La colonia pontevedresa no se queda solo en el banquillo. En el mercado de invierno, antes de que llegase el entrenador de porteros, ficharon a Bruno Rivada, en ese momento a las órdenes de Luismi, un técnico al que ellos también conocen y le desean mucha suerte para no caer en el pozo del descenso. Ninguno sabe qué pasará el próximo año, pero todos intentarán cumplir el objetivo de esta temporada y seguir capitaneando el destino del Mirandés otro año más. Quién sabe si alguna vez sus caminos los devolverán a Galicia, pero quieren aprovechar la oportunidad. «Nuestros caminos se han reencontrado ahora», resume Alfaro, que pese a moverse de un equipo a otro con Miguel, en esta aventura llegaron a destiempo. «Yo me vine en la pretemporada, él estaba antes, pero quise primero acabar en el gimnasio de Moaña en el que estaba», explica Alonso, sobre el desembarco paulatino de la colonia pontevedresa. Amenazan con que siga creciendo.
El Mirandés está tranquilo en la tabla, pero su cuerpo técnico mira de reojo cada domingo al Pontevedra. Sienten sus colores y no quieren verlos¡ sufrir. «Se les fue complicando desde el principio y ahora es un problema enquistado, pero al final el poso de la ciudad y el del club hará que se salven», reconoce Miguel, que como sus compañeros espera que el Pontevedra siga soñando como ellos.