
Hija y hermana de árbitros, se inició en el fútbol a los once años y es campeona mundial de playa
28 oct 2019 . Actualizado a las 15:48 h.Carol González (Vigo, 1991) se proclamó hace unos días campeona del mundo de fútbol playa y, además, está nominada a mejor jugadora de una disciplina en la que se inició hace cuatro años cuando recibió la llamada de la selección gallega. Mucho antes, a los once, comenzó en el fútbol sala y de ahí al fútbol once. Pronto tuvo claro que aquel deporte iba a marcar su existencia. Incluso a convertirse en su vida.
-¿Cómo se siente una al colgarse el oro en un Mundial?
-Aún no soy consciente de lo que hemos conseguido. Cuando acaba el partido sientes ilusión, ganas de llorar, una felicidad tremenda. Nos merecíamos algo así, por nuestro sacrificio y por la gente que nos apoya. Es un subidón increíble.
-¿Lo considera la mayor satisfacción de su carrera?
-Por suerte, he tenido muchos momentos especiales: ganar una liga con el Olivo, jugar un play-off, jugar en Primera, ganar la Champions con mi club de fútbol playa... Pero esto es muy top, como deportista de alto nivel, representar a tu país es lo máximo a lo que puedes aspirar y es increíble. Sabía que era una oportunidad única que seguramente no se repita e intenté disfrutarla al máximo.
-¿Cómo empieza en el fútbol?
-Mi padre y mi hermano fueron árbitros, pasé mucho tiempo en el colegio de árbitros de Vigo en Balaídos de niña, pero no me llamaba la atención. Supe que lo mío era jugar y en casa me apoyaron siempre.
-¿Alguna vez le hicieron sentir mal por ser mujer y practicar fútbol?
-Tuve suerte, porque mi hermano y sus amigos me llevaban a jugar al parque con ellos y era una más, nunca me hicieron sentir diferente. Luego creces y te vas dando cuenta de muchas cosas. Te hablaban de cualquier futbolista y si querías encontrar información sobre ella, no había nada. Es bonito que vayamos teniendo apoyos, que se nos conozca y se nos dé visibilidad.
-¿Cómo valora el auge que vive actualmente el fútbol femenino?
-Yo tengo claro que una mujer futbolista nunca va a ser igual que un hombre, que genera otros ingresos a nivel de publicidad que nosotras no vamos a generar. Pero al mismo tiempo se ve que se abren estadios grandes y se llenan para vernos. Hay que darse cuenta de que no es fútbol femenino ni masculino, en los dos casos es fútbol.
-¿Se siente reconocida como futbolista?
-Siempre digo que gane lo que gane soy la misma persona. Esto son rachas, hoy te va muy bien y mañana no. Si te lo crees, no vas a ningún sitio. La gente nos llama, nos escriben por redes y nos felicitan, pero somos personas corrientes, como cualquiera y como antes de ganar el Mundial.
-¿Cómo empieza su idilio con el fútbol playa?
-Me llama la selección gallega para un campeonato de España y yo no tenía ni idea más que lo típico de jugar con un balón en la arena con los amigos. Me animé, un par de entrenamientos y nos fuimos a Pulpí a competir en el 2015.
-¿Con qué modalidad se queda?
-Son diferentes, pero disfruto con ambas. No podría decantarme. En la playa tengo la suerte de jugar con dos de mis mejores amigas y en el fútbol once ahora tengo una nueva familia en el Málaga.
-¿Es difícil compaginar ambos?
-Hay que tener voluntad y ganas. Si hace frío en invierno y no te apetece ir a entrenar, no vas a crecer como futbolista. Cuando estaba en Oviedo me iba sola a la playa por mucho que lloviera, tronara o hiciera frío y las compañeras me decían que estaba loca, que me podía poner mala. También me podía poner mala en casa. Tengo la suerte de que disfruto mucho en el día a día. Prefiero ir a entrenar que a tomarme algo a un bar. Hay que renunciar a cosas, pero todo esfuerzo tiene su recompensa.
-¿Qué es lo peor del fútbol?
-Las lesiones, aunque no he tenido graves y toco madera. Y he tenido momentos duros como no ascender con El Olivo o el descenso con Oiartzun, pero de todo se aprende.
-¿Ha echado de menos más estabilidad en su carrera?
-Me gusta asumir nuevos retos, estancarme no va conmigo. Si estoy a gusto, doy prioridad a quedarme, pero en estos años por circunstancias buscaba otras cosas y me he acabado moviendo por toda la geografía española: País Vasco, Huelva, Oviedo y ahora Málaga.
-¿Qué significa el fútbol para usted?
-Muy fácil, es mi vida. Empezó como una afición y me ha permitido conocer sitios y gente nueva. Es lo que me hace aprender y disfrutar cada día.
En corto
Carol asegura que como aficionada al fútbol es «una ultra» y que le gustaría seguir vinculada cuando se retire. Pero si no pudiera vivir de ello, también tiene alternativas a las que agarrarse.
-¿Quiénes han sido sus ídolos en el mundo del fútbol?
-El Kun Agüero y Vero Boquete.
-¿Un ídolo de otro deporte?
-No tengo ninguno.
-¿Cómo es como espectadora de un partido de fútbol?
-Lo vivo mucho, como si estuviera en el campo. Llevo el fútbol en la sangre.
-¿Y si le toca ver a su equipo desde la grada?
-Soy la primera animando, una ultra, como Iago Aspas.
-¿Es celtista?
-Ahora mismo mi único equipo es el Málaga, donde juego esta temporada.
-¿Una ciudad para vivir?
-Vigo.
-¿Qué países conoce?
-Acabo de estar en Catar en el Mundial, y aparte en Francia y Portugal. España me la conozco entera, eso sí.
-¿Qué sitio donde aún no ha estado le gustaría visitar?
-Los fiordos de Noruega son un sueño para mí.
-¿Una afición?
-Me encanta mezclar música de todo tipo.
-¿Qué coche tiene?
-Un Skoda Fabia.
-¿Cocina?
-Sí, me gusta mucho.
-Qué hará cuando deje el fútbol?
-En el Málaga entreno a niños de tres años y quiero sacarme el título. También soy aparejadora y tengo carné de autobús. Mi padre y mi hermano son conductores de Vitrasa. ¡Quién sabe!