La triatleta Saleta Castro, víctima de un hackeo con extorsión

L. B. T.

DEPORTES

EMILIO MOLDES

A la triatleta le pedían dinero para poder recuperar sus redes sociales

13 ago 2020 . Actualizado a las 08:54 h.

La triatleta Saleta Castro fue víctima de un hackeo informático que le hizo perder temporalmente sus redes sociales. Tanto la de Instagram como la de Twitter. La pontevedresa ha logrado recuperar su perfil de Instagram, pero su Twitter sigue en manos ajenas. Concretamente por alguien que ha cambiado el nombre de perfil de la cuenta por el genérico «hacked acoount» (sic.), cuya traducción, obviando la falta de ortografía, sería «cuenta hackeada». Para poder recuperarla, le pedían a la atleta 150 euros.

De hecho, el hacker amenazó con eliminar definitivamente la cuenta si no recibía un pago en 12 horas. Pero, pasado el plazo, la cuenta todavía no se ha eliminado. Un farol, como explica la propia Saleta, ya con el alivio de saber que lo peor ya ha pasado.

La atleta ya se ha hecho a la idea de que no recuperará su usuario en la red de microblogging (con casi 20.000 followers), algo que no le importa demasiado ya que no le reporta ningún tipo de beneficio y no la usa demasiado. No así Instagram. Con 80.000 usuarios, y con las competiciones paradas por el virus, la pontevedresa mantiene contratos de patrocinio con algunas marcas para publicar contenido en esta red social. Una fuente de ingresos muy importante en este tiempo de estrechez deportiva. 

El hacker, de nacionalidad turca, logró acceder a las cuentas de Saleta Castro gracias a su insistencia. Le pidió hasta tres veces a la triatleta vía Instagram para que verificase su cuenta haciéndose pasar por un miembro del la corporación. Saleta no picó, y entonces cambió su estrategia volviendo a insistir con un mensaje por WhatsApp. Ahí la gallega creyó que iba en serio, pinchó en el enlace y cayó en la trampa.

Denunció la situación a la Policía Nacional, pero el cuerpo le informó de la dificultad de solucionarle el problema. Le recomendaron ponerse en contacto con el soporte propio de cada una de las redes y en esas está. Tras unas horas tensas de constantes cambios de contraseña, logró impedir que se hiciesen con su cuenta de Instagram. Llegó a temer incluso por la privacidad de sus correos electrónicos, tras detectar movimientos y borrados sospechosos. Así que optó por reiniciar el móvil. Ahora, más tranquila y aliviada porque todo -requiem por su Twitter- parece que se quedará en un susto. Y en un aprendizaje, claro.