US Open: Regreso al lugar de la masacre

DEPORTES

Brad Penner

Dustin Johnson y Jon Rahm son dos de los principales favoritos del US Open, que comienza esta tarde en Winged Foot, el campo de la escabechina de 1974

17 sep 2020 . Actualizado a las 10:23 h.

El Winged Foot Golf Club, creado en 1923, luce como uno de los campos más emblemáticos de América del Norte. Albergó el US Open por primera vez en 1929, y es uno de los escenarios clásicos del grand slam que comienza esta tarde (Movistar Golf, 18.00), en la temporada más atípica del golf desde la Segunda Guerra Mundial. Será la sexta vez que reciba al más prestigioso de los torneos organizados por la federación de Estados Unidos (USGA, sus siglas en inglés), pero la única en la que el más popular de los torneos que reúnen a la aristocracia del golf, en sus 120 ediciones, se juegue sin público por culpa de la pandemia. Hace un mes, para tomar contacto con ese escenario tan conocido como endiablado, Justin Thomas, uno de los seis jugadores que pasaron por el número uno mundial en los últimos 17 meses, y Tiger Woods, el mayor deportista conocido de lo que va de siglo XXI, jugaron un par de rondas de prácticas en el campo ubicado en la ciudad de Mamaroneck, en el estado de Nueva York. Y las impresiones de Thomas después de jugar en el West Course, un par 70 en el US Open, y de un estándar de unos 6.836 metros, advierten de un fin de semana con más drama que epopeya.

Los campos difíciles, de preparación retorcida, representan la identidad de la USGA respecto al resto de grand slams, pero Thomas dejó atrás Winged Foot aportando un matiz. Se sentía satisfecho, con la conclusión de que sus 18 hoyos suponen un examen tan exigente como justo. «Es realmente difícil. Pero me encantó, en realidad. Sin duda, está entre mis campos favoritos -razonó al tiempo que añadió un detalle clave, el de la justicia-. Muestra las cosas tal y como son. No engaña a nadie ni esconde nada. 490 metros hasta el green con calles estrechas es lo normal. Hay muchos hoyos así».

Woods coincidió días más tarde con el análisis de Thomas, que había resumido el reto de Winged Foot en una idea: «Es largo, exige precisión desde la salida y los greenes son grandes y duros. Va a ser divertido». Jon Rahm, desposeído del número uno mundial por unas décimas hace unas semanas, quiso pasear por las calles del campo neoyorkino hace dos semanas. Para conocer de antemano el escenario de la masacre de 1974, la tercera de las cinco veces anteriores que el US Open recaló allí. Hace 46 años, ganó el torneo Hale Irwin. El menos malo en el campo. El recorrido resultó tan complicado que el periodista Dick Schaap convirtió el torneo en libro: La Masacre de Winged Foot, con un campeón con +7 y resultados escandalosos para lo que acostumbran a firmar en sus tarjetas los golfistas de primerísimo nivel. Ya entonces, los retos se resumían en tres: calles estrechas, greenes rapidísimos y rough espeso hasta la desesperación. «Es un campo difícil, estrecho, ondulado... Necesitas jugar muy bien, y ya está», admite Rahm, uno de los grandes favoritos junto a Dustin Johnson, y uno de los cinco españoles en Nueva York, junto a Sergio García, Rafa Cabrera, Adrián Otaegui y el amateur Eduard Rousaud.

El fin de semana se anuncia cierto viento. Rachas por encima de los 20 kilómetros por hora y picos de casi el doble. Un incordio en un campo tan técnico. El rough, en cambio, debería ser ligeramente más amable que aquel de 25 centímetros de la masacre de 1974. En teoría, la pretensión de la USGA radica en que la dificultad de las condiciones del campo sirvan para elevar al mejor por encima del resto. Pero hay dudas sobre si la idea encierra una trampa y los escenarios excesivamente complicados no convierten los torneos en una especie de lotería.

En pleno debate sobre las condiciones de este 2020, a priori se buscaba una preparación óptima del campo para el 14 de julio, en pleno verano en Nueva York. Pero, después de semanas de incertidumbre por la pandemia, y de trabajos de mantenimiento con menos de la mitad del personal por las restricciones del confinamiento, el US Open se retrasó casi a las puertas del otoño, algo insólito. «Solo nos queda exhibir el campo. Así que hemos decidido hacer uno de los US Open más difíciles que jamás se hayan celebrado» resumió en Golfweek Steve Rabideau, director de Winged Foot, que espera un campeón con +8. Avisados.

De un nuevo hito de Tiger Woods a la oportunidad para el amateur catalán Rousaud

El US Open encierra un puñado de desafíos para Tiger Woods. Con tres títulos del grand slam organizado por la USGA, puede igualar el récord total de victorias, que ostentan con cuatro Willie Anderson (1901, 1903, 1904 y 1905), Bobby Jones (1923,26, 29 y 30), Ben Hogan (1948, 50, 51 y 53) y Jack Nicklaus (1962, 67, 72 y 80). Pero Winged Foot también arroja un mal recuerdo para Woods. Allí falló el único corte en un grande durante su época de mayor dominio, entre los años 1997 y 2008. Sucedió en el US Open del 2006, que compitió en gran medida condicionado por el impacto que supuso para él la reciente muerte de su padre, una figura cuyo valor trasciende lo afectivo pues resultó clave en su formación como jugador. De aquel revés salió el Tigre, como acostumbraba, más fuerte todavía, y encadenó siete de sus ocho siguientes majors como ganador o segundo clasificado.

El US Open simboliza, también, el torneo al que cualquiera puede optar. El sueño lo agarró esta vez el barcelonés Eduard Rousaud, que logró su plaza en Nueva York a través del ránking amateur, como quinto mejor aficionado del mundo. Con 20 años y estudiante de Gestión Deportiva, el jugador del Real Club de Golf de El Prat, reconocía, en declaraciones recogidas por Efe, cómo la magnitud del evento, incluso sin público, podría convertirse en una distracción nociva: «Mi presencia en el torneo ha sido un poco de carambola, pero pienso aprovecharlo al máximo. Trataré de no distraerme viendo a mi alrededor a todas las estrellas. Es un campo largo, que me obligará a usar mucho el drive, aunque tiene trampas, con un rough durísimo, así que no será nada fácil». Rousaud será el segundo español que juegue el US Open como amateur, después de Jon Rahm en el 2016.

TANNEN MAURY

El vizcaíno encabeza el quinteto nacional

El golfista vizcaíno Jon Rahm llega a Winged Foot encabezando una expedición española en la que le acompañan otros cuatro compatriotas: Sergio García, Rafa Cabrera Bello, Adrián Otaegui y Eduard Rousaud. En este año atípico, Jon Rahm ha logrado ganar dos torneos del circuito estadounidense (PGA Tour) y ponerse número uno del mundo en dos ocasiones, librando un duelo constante con el actual líder del ránking mundial, el estadounidense Dustin Johnson, que podría repetirse esta semana. El US Open, que se disputa normalmente a mediados de junio, es el segundo grande de este año después del PGA Championship celebrado en agosto con la victoria del estadounidense Collin Morikawa, la suspensión del Open Británico y el aplazamiento del Masters de Augusta a mediados de noviembre.

«Si sigue haciendo buen tiempo en Nueva York durante estos días el campo va a mantenerse duro y complicado», confirmó Sergio García, ganador del Masters del 2017 y el único español que repite participación en Winged Foot después del trágico US Open del 2006, en el que ganó con +5 el australiano Geoff Ogilvy en un final rocambolesco.

«Recuerdo lo que pasó con Phil y sobre todo la dificultad del campo», dijo García acerca de la debacle de los estadounidenses Phil Mickelson y Jim Furyk y el escocés Colin Montgomerie, que entregaron el US Open a Ogilvy en el último hoyo. «La dificultad no va a cambiar y hay que intentar lidiar con las condiciones de esta semana lo mejor posible», agregó García, que juega esta semana su vigésimo primer US Open, un torneo que no ha ganado, pero en el que ha terminado entre los diez primeros en cinco ocasiones (2002, 2005, 2009, 2011 y 2016).

Por su parte, Rafa Cabrera Bello no ha logrado superar la parte media de la tabla de la clasificación y aspira a mejorar sus resultados en su séptima participación en un Abierto de Estados Unidos.