Sigo en estado de shock. No puedo hablar. Me cuesta hilar una frase. No sé casi qué decir. Es uno de los días más tristes de mi vida. La noticia del fallecimiento de Diego me ha pillado por sorpresa. Todos sabíamos que estaba pachucho, pero no pensaba que pudiera producirse un desenlace así tan pronto.
Se ha ido algo más que un futbolista. Se ha ido un amigo. Un referente. Para cualquier argentino Diego no es uno más. Es el más grande. Y digo en presente, porque se habrá ido, pero va a seguir vivo para siempre en nuestro corazón. En nuestro recuerdo. Para mí, además de un maestro. Era un amigo. Cuando campeonamos con el Dépor yo quise dedicarle el título mostrando una camiseta con su 10.
Si tuviera que hablar del Maradona futbolista no creo que pudiera decir muchas más cosas que el resto de la humanidad, porque todos vimos lo grande que fue. Hizo campeón del mundo a un país. Y fue a un club como el Nápoles y lo hizo grande. Eso no está al alcance de cualquiera.
Pero por encima de su calidad futbolística estaba su calidad humana. Diego era ahí también el más grande. Siempre fue generoso con los suyos. Siempre con su casa abierta para todos. Con su corazón abierto. Con sus brazos dispuestos a rodearte. Hoy se ha ido el mejor jugador del mundo de todos los tiempos. Alguien con el que toda la Argentina estamos en deuda.
Gracias Diego.