Metida en labores de docencia, la campeona olímpica defiende que iniciarse en la vela no es tan caro
24 mar 2021 . Actualizado a las 10:20 h.Con solo 22 años ya era campeona olímpica y con 30 tiene un poco aparcada esa vida de deportista de élite para centrarse en la enseñanza. Sofía Toro (A Coruña, 1990) cambió su ciudad natal por Murcia y su hábitat natural, el mar, por las aulas de la UCAM. Desde allí, sigue defendiendo la vela y el estigma que la persigue de deporte de ricos y / o pijos: «Pijos los hay en todos los deportes», contraataca.
-¿Cómo le va a Sofía Toro en su nueva vida?
-Pues muy bien. Muy contenta. Estoy súper liada, porque este año tengo más docencia. Mejor, porque es más trabajo, pero no tengo tiempo de nada. Además, no solo trato temas de vela.
-¿Ah, no?
-No, también doy clase de análisis de datos y de fundamentos pedagógicos. Ya ve que no me aburro.
-Veo, veo. Y, aparte, le gusta. ¿Se imaginaba acabar así?
-Pues si he de ser sincera, cuando empecé la carrera (cursó Ciencias de la Actividad Física y del Deporte) no me ilusionaba mucho lo de acabar dando clase. Luego vi cómo muchos compañeros y compañeras tiraban por ahí y la verdad es que es una de las salidas más estables que hay. Ahora, pues, me veo que siendo tan joven tengo la oportunidad de dar clase en una Universidad y me siento muy realizada.
-Joven y bien formada, porque más allá del deporte, estudios no le faltan.
-(Se ríe). Pues no. A ver, tengo un máster de Dirección y Gestión de entidades deportivas, otro de Periodismo deportivo, el año pasado hice el de Formación del profesorado, que es obligatorio para poder opositar... Hoy en día hay que estar preparados para todo.
-Y por el medio, hasta se presentó a consejera del Deportivo.
-Cuando me lo propusieron me pareció muy interesante. Soy deportivista de toda la vida. De Coruña. He vivido experiencias en el deporte, me he formado y creía que podía aportar mi granito de arena. Por eso acepté. Me parecía importante que hubiera una mujer en el consejo y me hacía ilusión inscribir mi nombre ahí. Ser la primera mujer consejera. Ahora está Emma Lustres y sigo pensando que es algo muy importante.
-Volvamos a la universidad. ¿Sus alumnos la conocen?
-¡Qué va! (Se ríe). En general no me conocen, pero es cierto que en ocasiones algún profesor les comenta algo... Los de la asignatura de vela sí que pronto se dan cuenta de que controlo y alguna vez surge el tema.
-¿Lo de la vela es un punto y final, aparte o seguido?
-De momento, es un punto y aparte. Lo bueno que tiene nuestro deporte es que puedes rendir a un alto nivel con más edad que en otras disciplinas, por lo que algún día podría regresar. Si me llegara un buen proyecto, lo analizaría. Pero en este momento, creo que tomé la decisión acertada. Y, máxime, viendo lo que se vino encima luego con la pandemia. Si no me hubiera apartado cuando lo hice, mi situación ahora sería bastante precaria. Llevaba tiempo con pocos ingresos y con la que se vino encima... No quiero ni pensarlo.
-¿Cuando viene un golpe como este, uno se da cuenta de lo abandonado que está el deporte a nivel económico?
-Yo siempre he tenido los pies en el suelo. Sabía que vivir de la vela era complicado. Ganar una medalla en los Juegos te asegura los siguiente cuatro años. Pero, claro, cuanto te sucede como a nosotras, que se retira tu categoría y, por tanto, la beca ADO... En mi caso, mis recursos económicos bajaron mucho. Es complicado.
-¿Diría que aquel oro olímpico lo compensó todo?
-Claro que sí. Pero no solo el oro. Lo que compensa es el camino que recorres y las experiencias que vives. He navegado en muchos barcos, viajado por todo el mundo... Gente de mi edad, no salió de su casa y yo conozco muchos lugares. Y, luego, claro, están los Juegos. Una experiencia única. Pero no solo ganar, sino vivirlos desde dentro. Yo, de los Juegos, me acuerdo todas las semanas de mi vida.
-Una curiosidad, ¿para navegar mejor sola o acompañada?
-Aunque empecé a navegar sola, en realidad, la competición la hice siempre en equipo y me encontré muy a gusto.
-¿Y como actividad de recreo: irse sola de travesía o en compañía?
-Es que siempre que he tenido barco ha sido para competir. Le voy a hacer una confesión: hace poco que me saqué el PER. Hasta hace poco no podía patronear un barquito (se ríe).
-Pues es lo típico que se me ocurriría pedirle que me llevara a dar una vuelta.
-(Risas). No es al único. Me pasaba con gente conocida. Pero, en realidad, no podía. Para competir no te piden el PER (más risas).
-Ya que la veo tan sincera, a ver si sigue por ahí. ¿Qué dice o piensa cuando escucha que la vela es un deporte de pijos?
-No lo comparto. Iniciarse en la vela no es tan caro. Es cierto que luego, a nivel competitivo, pues ya es más y si no tienes resultados pues tienes que tener dinero. Pero una cosa es tener dinero y otra ser pijo. Pijos los hay en todos los deportes.
En corto
-¿Usa reloj?
-Por épocas. Llevo uno inteligente, pero de los baratos, eh.
-¿Coche?
-Sí. Tengo un Toyota Auris.
-¿Hace las tareas de casa?
-Sí, claro, siempre.
-Esa tarea que odia es...
-No es odiar, pero hay una que no hago y es planchar. Cuando compro ropa siempre procuro que no se arrugue mucho. Es que lo de planchar la ropa me parece un poco tontería.
-¿Cocina?
-Sí.
-¿Una especialidad?
-No tengo nada en concreto, pero es cierto que últimamente le he pillado el punto a la tortilla de patata.
-Pues dígame, entonces, ¿la tortilla con o sin cebolla?
-Con, pero si es sin cebolla también la como.
-Una comida.
-El caldo gallego de mi abuela.
-Una bebida.
-Agua. Bebo muchísimo. Tranquilamente, cuatro litros al día.
-¿Hace las tareas de casa?
-Sí, claro, siempre.
-¿Le interesa la política?
-Paso palabra.
-¿Es monárquica?
-Paso palabra.
-¿Un lugar para vivir?
-Hombre, Coruña, dónde si no.
-¿Y para ir de vacaciones?
-Uf. Hay tantos... Pero bueno, casi me quedo con México. Ya conozco el imperio egipcio, así que me gustaría conocer el maya.
-¿Lo más fuerte que le ha dicho un rival en una competición?
—No voy a dar nombres, pero cuando navegaba con Ángela [Pumariega] había una, que era campeona del Mundo, y cada vez que había un pequeño problema, montaba unas...