![](https://img.lavdg.com/sc/CfDXuQDDTTcP7YTp3dnEsZ7J5yE=/480x/2021/10/24/00121635111318674706224/Foto/pepuuuuuuuuuuuu.jpg)
Fuera ya del servicio público, recuerda que nunca anunció su retirada
25 oct 2021 . Actualizado a las 08:26 h.Pepu Hernández regresa al baloncesto tras dos años de servicio público —«que no de política», dice— en el ayuntamiento de Madrid. Etapa cerrada. Ahora, la cabeza del entrenador que llevó a la selección a su primer título mundial vuelve a bullir.
—De vuelta ya en el básquet, ¿no?
—Sí. Han sido dos años y medio en los que me he dedicado al servicio público, que no a la política, y he tratado de echar una mano a la gente de mi ciudad. He tenido una muy buena experiencia y me he sentido útil. Espero haberlo sido también para los ciudadanos.
—Mide 1,76, pero ha logrado triunfar en el baloncesto.
—Al principio, todo el mundo quiere ser jugador. Yo también tuve ese sueño en el Estudiantes. Poder ser uno de los buenos en mi colegio y en mi club, poder llegar al primer equipo y a la selección. No lo pude hacer como jugador, pero he tenido la gran fortuna, y así me lo recuerdan algunos amigos que sí han llegado a profesionales e internacionales, de poder hacerlo como entrenador.
—La lotería genética es injusta.
—Cuando estás en una cantera, compites con otros muchos, y llega un momento en el que te das cuenta de que otros son mejores que tú. Yo empecé a entrenar a los quince años, cuando me di cuenta de que esos sueños que tenía no se iban a hacer realidad. Cogí a esa edad a mi primer equipo de mini, era seis años mayor que ello, pero me gustó mucho y he sido muy afortunado de estar, tanto en cantera como en la élite.
—Pero supongo que vería a tipos de 2,12 totalmente descoordinados a los que solo por su altura se les dio más bola.
—(Ríe) Bueno, no es una cuestión solo de altura. De jovencitos decíamos, medio en broma, que fútbol se juega con los pies, al balonmano con las manos y al baloncesto con la cabeza. Un poco elitista, si quiere. Pero hay gente que jugaba a un nivel altísimo midiendo muy poco.
—¿De qué jugaba?
—De base. Lo que me divertía era intentar dar buenos pases. Creo que como entrenador luego he ido reflejando eso. Cada uno tiene sus manías y siempre me ha preocupado ese juego colectivo y la capacidad de los jugadores de dar buenos pases.
—Magic Johnson prefería dar pases a meter puntos.
—Sí, esa frase se la han atribuido mucho. Que la asistencia te hace feliz a ti y a tu compañero. E incluso al público. El baloncesto es un juego colectivo y así se tiene que jugar. Entiendo que hay grandísimas individualidades que acrecientan el juego, pero la verdad es que me gusta mucho cuando el baloncesto es fluido e intervienen todos. La belleza de un pase me resulta mucho más divertida y entretenida que un buen tiro o un buen mate.
—Ha entrenado 498 partidos en ACB. ¿No habrá 500?
—Nunca se sabe. Yo nunca he anunciado mi retirada definitiva. Pero ahora mismo me atraen mucho más otras cosas. Pero no soy de los que no va a escuchar alguna oferta que pueda resultar interesante.
—¿Exclusivamente de ACB o se plantea entrenar en LEB?
—No me planteo únicamente ACB. Cuando digo algo interesante, también me refiero en otras categorías. Realmente, lo que me apetece ahora, es entrenar a un cadete de primer año. Sea de chicos o de chicas. Ahora que ya soy mayor, pues ya sé entrenar a estos chicos. Quizás cuando era jovencito no sabías lo que necesitaban y ahora creo saberlo más o menos y podría llegar a entrenarlos. Se le da poca importancia al baloncesto de base. Te haces un poco más conocido cuando eres entrenador de élite, pero yo me siento tremendamente orgulloso de mis 18 o 19 años en categorías de base.
—Después de ser campeón del Mundo dice que ya se siente preparado para entrenar a cadetes.
—No, no. Eso no lo he dicho. Lo que pasa que ahora soy suficientemente maduro para poder coger un equipo cadete y saber lo que necesita. Siempre digo lo mismo a los entrenadores de base. «Pobre de aquel que enseñe exclusivamente técnica y táctica». Los chicos y chicas necesitan mucho más de nosotros.
—Entienda que me haga gracia que después de ganar el Mundial diga que se siente preparado para eso.
—Yo lo de ganar no te lo he dicho. He entrenado mucho, he aprendido mucho de otras cosas que no son baloncesto y pienso que podría entrenar cadetes un poquito mejor que antes.
—En cualquier caso, me llama la atención, aunque no dijese nada de lo de ganar.
—No, no lo dije. No me gusta eso. Sí me gusta que me hayas recordado los partidos totales y no los que haya ganado o perdido, porque la experiencia buena. Tanto como ganar o perder. El haber estado en el baloncesto y haber entrenado a la gente que he entrenado, eso sí merece la pena.
—Fue sonada su salida de la selección, con problemas con José Luis Sáez, presidente entonces de la federación. Sáez, Villar, ¿qué pasó en este país con las federaciones?
—No es que sean las federaciones. Muchas veces, y eso sí lo he podido comprobar, es que cuando las cosas van muy bien, hay gente que no entiende el deporte del todo y pone otros intereses por delante. Yo estaba encantado de trabajar con la selección, pero me daba cuenta de que no podía trabajar con este hombre. Lo único que hice fue anunciarle que no iba a seguir después de los Juegos. Él reaccionó como reaccionó: «A mí no me dimite nadie». No es que yo tuviese problemas, es que él los quiso tener conmigo y la cosa acabó como acabó. Hay gente que, cuando las cosas van bien, siempre quiere dar una vuelta de tuerca. Siempre. Y claro, la máquina puede ser que se estropeé simplemente por esa vuelta de tuerca de más.
—Ahora está en la FEB Garbajosa, expupilo suyo. Este, como mínimo, del juego sabrá.
—Sabe mucho de juego. Del baloncesto y de la gestión del baloncesto. Ahora mismo estamos en buenas manos. Tanto en la federación como la ACB, donde siempre ha habido grandísimos dirigentes. A mí me preocupaba mucho que hubiera un desencuentro en el baloncesto, que para mí es uno y único. Ese baloncesto yo lo veía un poco distanciado y ahora me alegro porque estamos, creo, en buenas manos.
—Garbajosa ha tenido polémicas. Sin ir más lejos, con la gestión de los ascensos tras la pandemia.
—Y me parece completamente lógico y creo que es bueno que esto exista. Lo que pasa que hay gente que es capaz de resolver estos problemas y gente que no. No quiere decir que se resuelvan para el gusto de todos, pero yo prefiero esto así a lo que ocurría antes. Eduardo Portela era un gran dirigente de la ACB, pero la relación con Sáez no era buena. Ha ocurrido también con la FIBA o la Euroliga, pero me gusta que haya gente que pueda resolver las cosas y mire por el baloncesto y no por sus intereses personales.
—¿Por qué no se ven por la calle camisetas de la ACB? Todo es NBA.
—Me puede preocupar. Si la gente joven no ve absolutamente nada de ACB, me preocupa más. También cuando éramos jovencitos nos fijábamos en algunos jugadores de la NBA. Pero no me dejaba de fijar en aquellos que en un momento soñábamos que pudiesen llegar. De la NBA formamos también parte ahora los españoles. Antes eso era realmente difícil. Hemos tenido grandes jugadores allí y hemos ayudado a transformar una NBA que pienso que en algunos momentos pasó apuros. Ahora queremos la NBA y los chavales tienen admiración por esos grandes jugadores, pero espero que también les atraiga dónde se han formado, cómo se han formado y los clubes donde se han formado. Estudiantes no ha tenido muchos jugadores NBA, pero hay jugadores que se han formado allí para llegar a la selección y desde allí llegaron a la NBA. A mí me preocupa que esas canteras estén pasando momentos difíciles y complicados.
—¿Se considera un buen tipo?
—Yo intento ser buena persona y no hacer daño a nadie. Y como entrenador, lo único decidí a los 18 años cuando empezaba, es que quería ser justo. A mí eso me parece dificilísimo. Tanto en tu vida personal como en la profesional. Me apetece ser justo y hasta este momento siempre lo he intentado. ¿Si lo he conseguido? Habrá opiniones para todos, pero siempre me ha preocupado ser un tío cabal y no cometer injusticias, errores y ser buena persona.
—La pregunta iba también por lo que hizo ante de la final del Mundial del 2006, cuando no comunicó a sus jugadores el fallecimiento de su padre para no descentrar al grupo. Dice bastante de una persona, ¿no? No sé qué dice, pero dice.
—Yo tampoco tengo claro lo que dice. En ese caso, tomé esa decisión porque no quería que el grupo se despistara o que me estuvieran mirando a mí a la cara antes de mirar cómo defendían sus compañeros. Tomé esa decisión, que puede ser contraria a mi forma de actuar, porque yo quiero comunicación abierta y directa constante y que los jugadores sepan todo lo que esta pasando. Pero todo, todo, todo... no. Porque no sabes cómo lo pueden manejar y gestionar ellos. O cómo lo puedes gestionar tú mismo. Yo se lo comenté a mis entrenadores y ayudantes porque querían que ejerciesen una vigilancia intensiva sobre mí por si acaso yo me despistaba por las circunstancias.
—Iba para periodista, ¿no?
—Yo estudié periodismo. Me gusta mucho la profesión y la sigo de una forma muy especial. Una de mis vocaciones era la de periodista. Es cierto que estudié periodismo en una época muy importante de este país. Entré en la facultad en 1975 porque pensaba que otro periodismo iba a surgir en España y me hubiera gustado formar parte de él. No pensaba en el periodismo deportivo, sinceramente. Pensaba en un periodismo mucho más cercano a los social y a lo político.
—¿Acabó la carrera?
—No. Me gustaba mucho la profesión, pero no me gustaba mi facultad. Ejercí algo: hice colaboraciones, llevé la revista de la asociación de entrenadores y algunas cosas más. También estuve trabajando en la Cadena Ser, en Radio Madrid, que para mí es un período feliz como no te puedes imaginar. Iba para un verano y se alargó el tema seis meses. Pero conocí la radio en un momento en el que la Cadena Ser hacía sus propios informativos, el primer verano en el que no tenía que conectar con el parte informativo de Radio Nacional de España.
—¿Qué le encargaban?
—Estaba con Vicente Blanco. Directamente con él y trabajaba con Pepe Domingo Castaño colaborando en el programa de las mañanas. Hice una pequeña colaboración con el programa de José María García porque me desplacé por mi cuenta a ver un partido de la selección en Zaragoza y tuve la ocasión de intervenir porque no recuerdo qué problema había con el polideportivo allí. Fui muy feliz, siguiendo todos los deportes y todavía un poquito más porque estaba más cerca del baloncesto. Tenía 18 años y llevaba tres años entrenando y no sabía a lo que me iba a dedicar profesionalmente.
—Pulió su talento para los titulares porque aquel grito que dio de «ba-lon-ces-to» todavía se recuerda.
—Me lo recuerdan mucho, pero la verdad que en ese momento ni sabía lo que nos esperaba en Madrid. No sabía que íbamos a ir a la plaza de Castilla ni que íbamos a tener un escenario ni que me iban a dar un micrófono. Solo quería transmitir un deseo. El deseo de que ojalá mucha gente se acercara al baloncesto porque es un buen sitio donde estar. Siempre lo he pensado. Juegues, arbitres, estés en la mesa o simplemente veas los partidos por la televisión.
—Sufrirá con el Estudiantes en la LEB.
—Es una circunstancia completamente anómala porque Estudiantes ha estado siempre, desde el inicio de la Liga nacional, en la máxima categoría. Pero por circunstancias, por cuestiones económicas y deportivas, pues está en la LEB. Tendrá que hacer un buen trabajo y comportarse como siempre. Estudiantes y Joventut son las dos canteras que más jugadores han aportado a la selección española, por lo tanto, algo habrán hecho bien. Espero que puedan seguir haciéndolo. El deporte nos dirá si Estudiantes es capaz de ascender otra vez. Sé que la LEB Oro es una competición complicada y que hay equipos que tienen ese punto de experiencia, pero Estudiantes tiene otro conocimiento y otra forma de hacer el baloncesto. Les deseo mucha suerte.
—No tendrán experiencia, pero se han montado un equipazo.
—Eso me dicen. Los que conocen más que yo la Liga me dicen que tienen posibilidades. Pero una cosa es las posibilidades y otra hacer las cosas bien. Ojalá puedan volver rápido porque pienso que estarían en peligro si no vuelve relativamente pronto a la Liga ACB. La afición del Estudiantes es una afición muy fiel, no creo que se note, pero mantener una situación complicada en el tiempo puede ser difícil.
—En Galicia hay dos proyectos en ACB y uno prometedor en LEB Oro.
—Se están haciendo las cosas bien y creo que hay un talento extraordinario. Estoy sorprendido por el regreso del Breogán, con un ímpetu extraordinario. Y que hay talento lo está demostrando también Obradoiro desde hace muchos años. Espero que Coruña mantenga también sus posibilidades. Siempre hay alguna historia de estas, cuando un proyecto importante no consigue su objetivo, corre el riesgo de que se desinfle. Espero que eso no suceda.