El ostracismo de Hazard y Bale cuestiona la gestión de Ancelotti

José Manuel Andrés COLPISA

DEPORTES

REUTERS, EUROPA PRESS

El belga y el galés, dos de los mejores pagados en el Madrid, vieron desde el banquillo el KO copero ante el Athletic de un equipo exhausto

04 feb 2022 . Actualizado a las 18:23 h.

En el Real Madrid, quizás el club de fútbol más acostumbrado a la victoria, cada derrota supone casi un cataclismo. Más aún si implica la eliminación de un torneo, como fue el caso del descalabro ante el Athletic en San Mamés. Víctima del cansancio, el conjunto blanco fue sometido por la enorme intensidad de un rival cuya falta de acierto en los últimos metros permitió mantener la incertidumbre hasta los minutos finales. Mientras el equipo de Ancelotti apenas se sostenía sobre el verde de la Catedral, sin Benzema y con cuatro titulares recién llegados de su convocatoria con la selección brasileña y miles de kilómetros de viaje en el cuerpo -Militao, Casemiro, Vinicius y Rodrygo-, dos de los jugadores mejor pagados de la plantilla, Hazard y Bale, seguían desde el banquillo los acontecimientos.

El belga calentó durante algunos minutos, antes de que Carletto descartase recurrir a sus servicios, al menos hasta una hipotética prórroga que jamás llegó. El galés ni eso, impertérrito e incluso con una sonrisa irónica en el rostro cuando Hazard regresaba al banquillo. «Por qué hablas de Bale, Hazard y Jovic. Por qué no hablas de Ceballos, de Carvajal... Todos los que no han jugado estarían castigados. He tomado decisiones que no han involucrado a estos jugadores, pero para ser honesto tienes que hablar de otros jugadores que estaban en el banquillo y no han jugado», espetó Carletto a la prensa tras la pregunta sobre la situación en la que quedan dos futbolistas teóricamente importantes, intrascendentes para su entrenador incluso en situación precaria.

Loado muchas veces como un gran gestor en vestuarios plagados de estrellas, a Ancelotti se le siguen atragantando las patatas calientes de dos jugadores que ya fueron un dolor de cabeza para su predecesor en el cargo, Zidane, otro técnico de mano izquierda. La situación de Bale ya parece imposible de reconducir, con el horizonte cercano del final de su contrato al término del curso. Más complejo se perfila lo de Hazard, al que le queda todavía contrato con el club hasta el 2024.

Dos cambios en noventa minutos con un equipo agotado. Uno el de Isco, que parece indultado tras aquel incidente de Granada, cuando se negó a seguir calentando después de retrasar el técnico italiano su entrada al terreno de juego. Otro Camavinga, de los pocos no habituales que tienen cierta importancia en la plantilla madridista. «Me quedaban cambios, pero estaba pensando en hacerlos en la prórroga. Desafortunadamente han marcado el gol y ya no tenía tiempo», justificó el preparador de Reggiolo.

Peligroso precedente

El centrocampista francés, la rotación entre Asensio y Rodrygo, Valverde y Lucas Vázquez copan la práctica totalidad de los escasos cambios de Ancelotti. En una plantilla de 25 jugadores, esto significa que una decena de futbolistas están pasando de puntillas por la temporada. A Hazard y Bale se unen los casos de Jovic, Mariano, Isco, Ceballos, Vallejo, Mariano o Lunin, todos ellos con un papel residual. Demasiadas licencias en una temporada cargada de frentes, a nivel de clubes y también de selecciones. «No ha sido el peor partido de la temporada y no creo que tenga consecuencias esta derrota.

La única consecuencia es que esta derrota nos hace más fuertes», alegó Ancelotti, en un discurso que recordó un poco al de Xavi en algunos tropiezos del Barça. Un mensaje de difícil encaje en la filosofía ganadora del Madrid. Solo el tiempo dirá si lo de San Mamés fue una desafortunada noche o si por el contrario, lejos de tratarse de un incidente aislado, sirve como punto de inflexión en la temporada blanca. El precedente de la campaña 2014-15, la segunda y última de la primera etapa de Ancelotti en Chamartín, invita a la preocupación. El entonces vigente campeón de Europa volaba hasta el parón de invierno, a ritmo de récord, pero la ausencia de rotaciones acabó por desgastar su rendimiento hasta diluirse en una campaña sin títulos de relumbrón, algo que siempre dificulta y mucho la continuidad a cualquier inquilino del banquillo madridista.