Juan Carlos Unzué: «Ver la muerte un poco más cerca me ayudó a no tener miedo»

Rubén Rozas REDACCIÓN / COLPISA

DEPORTES

M.MORALEJO

El exportero y entrenador afronta la ELA con la filosofía de disfrutar del día a día bajo el lema «la vida vale la pena»

29 abr 2022 . Actualizado a las 18:29 h.

La vida te cambia por completo en cualquier mínimo instante y te puede hacer pasar de la cúspide a recibir el mayor golpe imaginable. Eso fue lo que le ocurrió a Juan Carlos Unzué (Orcoyen, Navarra, 1967) cuando conoció que padecía ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica) después de haber podido compartir vestuario en Barcelona, donde reside actualmente, con algunas de las estrellas del panorama futbolístico como Leo Messi, Neymar, Luis Suárez, Andrés Iniesta o Xavi Hernández, entre otros muchos. A pesar de ello, el navarro, todo un embajador de esta enfermedad, no duda un instante en señalar que la vida merece la pena, ya todo un lema que siempre le acompaña.

—Lo primero de todo preguntarle por su actual estado.

—Lo que es la enfermedad evidentemente no para. Ya en cuanto a lo que es todo lo relacionado con la movilidad, tengo muchos problemas para poder hacerlo de forma personal y necesito ayuda para movilizarme en cualquier sitio. En la calle ya llevo prácticamente un año necesitando una silla de ruedas, y en casa también preciso de ayuda para hacer cosas tan esenciales que nunca hubiese pensado que con 54 años me iban a tener que ayudar. Y, por otra parte, me encuentro muy fuerte mentalmente, sigo dándole sentido a mi vida, sigo sintiéndome útil y creo que eso hace que cada día merezca la pena.

—La vida merece la pena se ha convertido en todo un lema suyo, ¿por qué?

—Porque he podido comprobar que la vida se puede disfrutar de muchas maneras. Durante 52 años, prácticamente toda mi vida, he disfrutado de hacer de mi afición mi profesión. Curiosamente te das cuenta de que las cosas esenciales que nos hacen estar aquí muchas veces no están relacionadas con lo material. Eso es justamente lo que me hace sentir que la vida merece la pena.

—En una sociedad en la que prima la inmediatez, ¿disfruta ahora más del momento?

—Yo creo que ha sido un poco mi forma de actuar durante toda la vida. Creo que he sido muy de presente, muy de intentar disfrutar ese día a día. Pero a veces incluso yo también me olvidaba y ahora lo que sí tengo claro como consecuencia del diagnóstico, que tienes la sensación de que te acotan tu esperanza de vida, es que tengo algún motivo más incluso para disfrutar y valorar ese aquí y ahora, el presente.

—¿Cuál fue su primera reacción en el momento del diagnóstico?

—No sentí un gran impacto porque ya sentía que en mi cuerpo estaba pasando algo grave relacionado con algo neurodegenerativo. Ya llevaba tiempo visitando al neurólogo y no tenía muy buena pinta. Diría que incluso lo que sentí el día del diagnóstico fue un poco de alivio. Más que de alivio quizá de certeza de saber, después de año y medio de los primeros síntomas, qué tenía. La palabra ELA no es fácil asumirla porque es una enfermedad muy agresiva sin cura, pero en definitiva yo ese día no sentí un impacto demasiado grande.

—¿Llegó a tener miedo a la muerte?

—Yo creo que ocurrió lo contrario. Ese ver el día de tu muerte un poco más cerca me ayudó a no tener miedo. Si algo tenemos asegurado absolutamente todas las personas es que la muerte es parte de la vida. Lo único que tenemos garantizado es que un día nacemos y otro día nos vamos a morir. Lo que hay que tratar es de aprovechar ese espacio de tiempo lo máximo posible y hay muchas formas de hacerlo. En cierta manera me ha ayudado una palabra que para mí es clave y es la palabra aceptar, aceptar algo que ya tú no puedes controlar, que tú no puedes cambiar, aceptarlo como parte de tu vida.

—¿Qué aprendizaje ha podido trasladar de su etapa en el fútbol a su actual situación?

—Muchos aprendizajes. Al final tantos años relacionados con el fútbol han condicionado mi forma de ser y esa forma de ser que he adquirido a través del paso del tiempo. Estando relacionado con el deporte y el fútbol lo que entiendo a día de hoy es que me ayuda a llevar la enfermedad como la llevo. Todos vivimos en cierta manera en una montaña rusa, pero en el caso de un futbolista y un deportista profesional, y más si eres portero, esas bajadas y subidas prácticamente son continuas. Yo creo que ese tipo de vida a mí me ha ayudado a tratar de encontrar el equilibrio. Yo creo que en el momento del diagnóstico posiblemente, y así lo creo, inconscientemente traté de buscar el equilibrio y darle sentido a mi vida.

—¿Qué mensaje le gustaría mandar a la sociedad?

—Animaría, especialmente a la gente joven, diciéndole que la vida merece la pena, que merece la pena con todas sus dificultades, con todas esas situaciones complicadas, que eso nos va a hacer mejores personas, que eso nos va a hacer más capaces y que tenemos que tratar de superar ese tipo de situaciones. Que verdaderamente no se entreguen, que encuentren la parte positiva a cualquier situación que tengan complicada porque siempre la tiene también y, en definitiva, que encuentren ese propósito, ese objetivo de vida que también va a ser una motivación para seguir adelante.