Atoumane Diagne, pívot del Leyma: «Cuando llegué a España no sabía ni botar el balón»

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VÍTOR MEJUTO

Tan solo llevaba seis meses jugando al baloncesto cuando emprendió el viaje a Europa con 14 años: «No tenía teléfono para llamar a casa, podía estar una semana sin hablar con mi familia»

27 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

En las calles de Dakar, Atoumane Diagne (1998) empezó a familiarizarse con los balones. Pero de fútbol. Su pasión por el baloncesto llegó de forma repentina. Con sus 2,16 metros de estatura parecía destinado a este deporte. Tuvo que ser su hermano quien le diese ese empujón final. Ahora, diez años más tarde, el pívot formado en la cantera del Barcelona ayuda al Leyma a intentar conseguir el ascenso a la Liga ACB. El próximo compromiso pasa por la visita de hoy del Iraurgi (21.00 horas, LaLigaSportsTV).

—¿Cómo afrontan el partido?

—El vestuario está un momento muy bueno, se nos van quitando las dudas poco a poco. Siempre viene bien ganar y, además, contra un equipo como el Burgos y tal como lo hicimos. Hoy jugamos contra el Iraurgi, que es el último clasificado y que no tienen nada que perder. Debemos estar más concentrados que nunca para ganar el partido y, como parte positiva, estaremos en casa.

—Dice que ellos no se juegan nada, pero la confianza puede ser una mala compañera.

—No debemos acomodarnos demasiado, pero eso nos ayuda también anímicamente. El vestuario está muy confiado, y eso es bueno para ganar muchos más partidos. No solo este, sino los que vienen: Lleida y Estudiantes.

—Esta temporada han ganado contra equipo muy potentes, pero también se les ha notado irregulares con clubes de la parte baja.

—Creo que teníamos algunas dudas. Entrenábamos bien y no se veía reflejado en los partidos. Ahora está saliendo, poco a poco. La victoria ante el Burgos también nos da ese punto más de confianza que nos va muy bien para afrontar los partidos.

—Juegan en casa, y la afición siempre responde en el Palacio.

—La verdad es que a mí me encanta la afición que tenemos. Es de las pocas que siempre están ahí cuando perdemos y que no te ponen presión encima. No hay tantas críticas como en otros clubes, que te están matando a hostias por todos los lados.

—Parece que la estabilidad ha llegado para usted en este curso. El año pasado le costó un poco, con la lesión, pero ahora se ha convertido en uno de los mejores de la categoría.

—La verdad es que me siento muy bien. Primero en la pista y, después, en cuanto al estado anímico se refiere. Tengo confianza y me siento mucho mejor respecto al año pasado. Me costó entrar en dinámica de partidos con la lesión, pero este curso empecé con el grupo, hice la pretemporada... Y eso creo que se ve en los partidos.

—La plantilla ha cambiado mucho y usted ahora es uno de los veteranos. ¿Qué valora? ¿Cuál es el mayor talento que tiene la plantilla?

—Todos tenemos las mismas ganas y el mismo objetivo, y eso hace que juguemos más como equipo.Creo que se vio en el último partido, que íbamos perdiendo por 25 puntos y conseguimos levantarnos todos juntos.

—¿Os sentís con más fuerza y más unidos para conseguir el objetivo del ascenso o, por lo menos, igualar lo que hicisteis el año pasado?

—Sí, sí. Y también hay que decirlo... El entrenador acertó mucho en los fichajes de los jugadores. Creo que Epi sabía lo que quería y ha ido a por ello.

—Menciona a Epifanio, un entrenador que tiene mucha experiencia en la categoría. Háblenos un poco de él.

—Exige mucho, y eso me gusta. No nos deja relajarnos. A veces, cuando ganamos partidos y salen las cosas bien, tenemos tendencia a relajarnos un poco, pero él está ahí dándonos caña. Es un muy buen técnico, a mí me gusta como entrena y todo.

—Su plan a medio-corto plazo será entrar en el «play off» y conseguir el ascenso. Llegó a debutar en la ACB, pero se truncó por su lesión. Tendrá la espinita clavada de haber jugado más tiempo en la categoría.

—Bueno, cada cosa a su tiempo. Ahora mismo estoy concentrado en el Básquet Coruña, en la LEB Oro, lo que podemos hacer para el objetivo de este año y, luego, ya veremos.

VÍTOR MEJUTO

—¿Llegó a entrar en el draft de la NBA?

—No... El año antes de poder hacerlo tuvo la lesión y no jugué durante un año. Tampoco tenía en mente hacerlo, la verdad.

—¿No le gustaría jugar en Estados Unidos?

—Sí, claro. Pero bueno, cada cosa a su tiempo.

—Anímicamente sería complicado estar tanto tiempo fuera del parqué.

—Fue duro. Cuando estás acostumbrado entrenar y competir durante nueve meses y luego te quedas un año sin hacerlo, sin poder mover la pierna... Sientes dolor en la rodilla, no sabes si vas a poder volver a jugar y qué nivel.

«Entendí que siempre hay que salir con el paraguas»

Abandonó Senegal con catorce años para comenzar su aventura en el baloncesto europeo. Acababa de empezar a curtirse en el parqué cuando surgió la posibilidad de recalar en Tenerife. «No sabía ni votar», apunta entre risas. Diagne repasa lo que supuso para él abandonar su casa y formar parte de la cantera del Barcelona y desvela su pasión.

—¿Se ha habituado ya a la ciudad y, sobre todo, al clima?

—Algo que entendí es que siempre hay que salir con el paraguas (ríe). No tengo muchos problemas en adaptarme a cada ciudad a la que voy, intento hacerlo lo antes posible, sé que será lo mejor para mi rendimiento.

—Se marchó de Dakar siendo un niño. ¿Cómo surgió?

—Antes jugaba al fútbol en el barrio, pero mi hermano me dijo que tenía que jugar al baloncesto. Empecé a entrenar en un centro y, a los seis-siete meses me dijeron que un equipo de España me quería. No me lo creía, no sabía ni botar.

—Y llegó al Tenerife. ¿Se marchó solo?

—Fui con otro jugador, otro amigo. Allí nos encontramos con otros senegaleses. Ramón, que era mi entrenador allí, nos ayudó mucho, principalmente a mí. He pasado por muchas cosas y él siempre ha estado ahí.

—Le cambió la vida. Y era muy niño...

—Fue muy duro. No tenía teléfono para llamar a casa, podía estar una semana sin hablar con mi familia. Estaba entretenido con mis compañeros senegaleses, pero siempre me faltaba mi gente, tener contacto con ellos... Era la primera vez que salía de casa y lo pasé mal.

—De no saber botar la pelota, al Barcelona.

—No me lo creía. Un día vino Ramón y me dijo «tenéis que hacer las pruebas en el Barcelona». Ellos acababan de ganar el campeonato de España cadete, el de júnior... Al volver de mis vacaciones en Senegal me comentaron que el club me quería. Allá me fui.

—¿Cómo es la vida en ese club?

—Como nos dicen los demás a Álex (Hernández) y a mí, somos los pijos del Barcelona. Nos trataron muy bien, teníamos de todo. Solo nos pedían entrenar y mejorar. Fue como estar en un sueño. Estabas en una burbuja en la que tenías de todo.

—Esa burbuja aleja mucho de la realidad.

—Sí, estaba en una zona de confort. El primero año fue duro. Sales y no estás preparado. Nadie te ha enseñado que lo que sucede allí no es la realidad del deporte profesional. Lo vas aprendiendo a lo largo de los años.

—Además del baloncesto, ¿qué aficiones tiene?

—El fútbol. Jugar, verlo, comentarlo... Mi hermano fue futbolista, jugaba de mediocentro en Portugal. Yo me colocaba de portero.

—Con su estatura, nadie podría marcar.

—Paraba mucho, no me metían muchos goles. Pero ser bueno... tampoco lo era.

—¿Y va a Riazor?

—He ido dos veces. No me suele coincidir...