José Durán, entrenador del Bergantiños: «Me gusta tenerlos con las orejas tiesas»

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Abraldes

Con el deporte como forma de vida, el técnico está acostumbrado a convivir en contextos adversos

06 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Exfutbolista, entrenador en activo y propietario de la cadena de gimnasios ABfitness. José Durán (Lugo, 1974), es de esas mentes inquietas. Lucha con el Bergantiños por no descender a Tercera RFEF en el año de su centenario. Una tarea complicada en vista de la clasificación, pero tiene talante para seguir luchando hasta el final.

—¿Cómo definiría el fútbol de José Durán?

—Hay un libro que descubrí en la carrera, cuando estudié INEF en A Coruña. Lo escribió Weineck y se llama Fútbol Total. Cuando lo leí, me impactó. Sobre todo, más que por el contenido, por el título. Creo que esa frase define un poco lo que quiero que sea mi juego. Mi gran preocupación es conseguir que mis equipos hagan de todo, y bien.

—¿Qué relación debe tener un entrenador con sus jugadores?

—En mi etapa de jugador, viví de todo. El empático y comunicativo y, también, el más autoritario. Encajo más en el primero, por mi forma de ser. Me considero un entrenador del club en el que estoy. Hoy en día, si no eres así, intentando llegar a un consenso, tienes poco que hacer. Somos gestores de grupos grandes, y la imposición pocas veces funciona.

—¿Qué quería ser de pequeño?

—Muchas cosas y ninguna. Creo que me gustaba lo que tenía cerca. Mi padre era camionero y me encantaba viajar con él. Me iba a la aldea con mis abuelos, que vivían en el campo, y veía que sería divertido vivir allí. Luego, una vez que fui creciendo y viviendo experiencias, lo tuve claro. Quería estudiar una carrera universitaria. Hubo una época en la que no sabía qué camino coger y luego fui descubriendo cuáles eran mis aficiones. El mundo del deporte siempre me llamó mucho la atención, y realmente me hizo muy feliz a todos los niveles. Conseguí enfocar mi vida hacia eso, y lo tuve claro desde la adolescencia.

—Futbolista, entrenador y preparador físico. ¿En qué faceta se encuentra más cómodo?

—Son muchos los licenciados en INEF que salen cada año. Cuando decidí hacer esta carrera era para ser entrenador profesional, quería intentar coger el camino idóneo para ser el mejor, y veía que solo con los cursos de entrenador se me quedaba corto. Cuando acabé, dejé de jugar porque empecé como preparador físico en el Lugo en Segunda B, casi a la par, empecé en el baloncesto femenino como preparador físico. Nunca me cerré ninguna opción porque veía que todos los caminos me iban a hacer mejor profesional. En el baloncesto estuve casi 15 años entre el Ensino y la selección española, 11 temporadas entre la sub-16 y la sub-19.

—Entonces nació también su lado más emprendedor y montó un gimnasio.

—Siempre fui una persona muy activa. Mi cabeza no para nunca. Cuando preparé las pruebas de Inef ya pensaba «me gustaría tener un gimnasio». Acabada la carrera, trabajando en el mundo del rendimiento y el deporte vi la inestabilidad que hay. Me surgió la posibilidad de entrar en el sector de la gestión en Lugo, porque encontré el espacio y el momento. Abrí el primer centro y lo fui compatibilizando.

—Y además de tenerlos, ¿va a ellos?

—Soy un deportista activo. Conseguí hacer de mi gran afición mi profesión. Soy capaz de subirme a un kayak y ponerme a remar una hora, como ir a correr, jugar al pádel, al fútbol, ir al gimnasio y hacer un circuito de pesas. Cualquier práctica deportiva me hace disfrutar. Me desvivo por hacer deporte.

—¿Cómo vive los partidos en el banquillo?

—Tengo mucho carácter, soy muy intenso. El deporte hay que vivirlo con máxima concentración. Como entrenador quiero ser alguien que reflexiona mucho sobre la toma de decisiones en cada momento, pero también me gusta tener a todos con las orejas tiesas para que no se nos escape nada. Soy lo que se ve. Capaz de estar durante 90 minutos que me tengan que agarrar para no saltar al campo, y también todo lo contrario, sentarme en el banquillo, coger un papel y un boli y reflexionar sobre lo que estoy viendo.

—¿Cómo lleva el rol de eterno sustituto?

—A mÍ me gustaría tener proyectos. De una temporada o de unos años, pero iniciarlo. El enfoque es distinto a lo que tuve que vivir, en Lugo en dos ocasiones en el primer equipo, en Bélgica, ahora en Carballo. En realidad, no es que lo busque, sino que si quieres dedicarte a esto, tienes que estar preparado para todo. Para ser entrenador tienes que tener algo especial. A mí, unas me salieron bien y otras no tanto. Me gusta y me desenvuelvo bien porque me activan y me hacen estar dándole vueltas a todo. Me siento cómodo.

—¿Qué le parece que sea noticia que un futbolista desvele su homosexualidad?

—No debería serlo. Tendría que ser natural. Cada uno siente su sexualidad de la manera que quiere y desea, y todos deberían respetarlo.

EN CORTO

Amante del calor andaluz, metódico y apasionado de las series para desconectar.

—Un lugar para vivir.

—Lugo es mi casa. Málaga para irme de vacaciones, y estoy enamorado de A Coruña. Me encanta el mar. Allí viví una de las épocas más felices de mi vida durante los años de carrera.

—Tiene alguna mascota.

—No. Me gustan los perros, pero nunca lo tendría uno.

—¿Por qué?

—Como cualquier animal, tiene que vivir en su espacio, en el campo. No podría darle lo que necesita. Un piso de 160 metros creo que no es el lugar adecuado para que viva una mascota. En el campo, me lo plantearía.

—¿Alguna manía?

—Soy excesivamente cuadriculado.

—¿Cocina?

—Lo fácil y por obligación. Me gusta, pero no es mi prioridad ahora mismo.

—Recomiéndeme algún sitio para comer.

—Muchos. En Lugo se come muy bien. Pero me gusta el sur, el mar. Sobre todo, Málaga. Cada lugar tiene su plato especial del que hay que disfrutar.

—Una playa para desconectar.

—Tengo que decir dos zonas. La costa lucense, en general. El problema es que soy muy friolero. Para disfrutar del calor y la playa, la Costa del Sol.

—Una serie.

—Te podría decir unas cuantas: Suits, Black List, Castle...

—¿Qué coche tiene?

—Soy un enamorado de los coches, pero no caprichoso. Tengo dos. Un BMW 320 del 2007 y un Jaguar F-Pace.