Jesús Torres: «Maikel me preguntaba si tenía que estudiar tanto para mandar callar»

DEPORTES

XOÁN A. SOLER / ÁLVARO BALLESTEROS

Fue jugador del Compostela y, actualmente, dirige la biblioteca Ánxel Casal

18 mar 2023 . Actualizado a las 15:30 h.

Jesús Torres Junquera (Caldas de Reis, 1980) recaló en el Compos en edad juvenil, en los años noventa. Enseguida empezó a jugar en el filial y se asomó al primer equipo, con el que ascendió a Segunda División ante el Barcelona B de Iniesta, Víctor Valdés, Nano, Trashorras y Oleguer, entre otros. Supo disfrutar del fútbol sin desentenderse de los libros, estudió la carrera de Ciencias Políticas y, un poco por casualidad, preparó oposiciones para ser bibliotecario. Por esa vía descubrió otro mundo que también le apasiona. Ahora dirige la biblioteca Ánxel Casal y habla de la lectura y del balón con el mismo afecto.

Pocos han rendido tributo literario al balompié como Eduardo Galeano, que empezó Fútbol a sol y sombra con esta introducción: «Las páginas que siguen están dedicadas a aquellos niños que una vez, hace años, se cruzaron conmigo en Calella de la Costa. Venían de jugar al fútbol, y cantaban: Ganamos, perdimos, igual nos divertimos».

Esa vertiente, quizás difícil de encontrar en el deporte profesional, es la que disfrutó Jesús Torres a lo largo de la mayor parte de su carrera, tal y como él mismo recuerda: «Llegué al Compos desde Caldas, después de un año en los juveniles del Arousa. En tres meses estaba ya jugando con el filial y entrenando con el primer equipo, con Gudelj, Penev, Passi... Y me decía: ‘Qué fácil es esto, llego aquí y mira dónde me encuentro'. No le di importancia. Entrenaba y me lo pasaba pipa. En el filial empezamos a funcionar muy bien. El primer equipo entró en declive y comenzaron a tirar de nosotros. José Carlos, Uxío, que subieron antes... Y llegó aquel play off, en el que subimos ante el Barça B. El filial también estaba jugando su eliminatoria. Disputé el primer partido con ellos, y le ganamos al Navalcarnero. El primer equipo había perdido en Mérida y al siguiente encuentro fui titular con ellos, ante el Valencia B. Ese día marque el primer gol».

El Compos ascendió a la categoría de plata y le tocó vivir una experiencia de sensaciones contradictorias: «Subimos y contaron conmigo para el primer equipo, en Segunda. No cobramos ni una nómina, pero yo seguía con mi rutina de ir a estudiar y continuaba jugando al fútbol porque me lo pasaba bien. No tenía la presión de otros compañeros con familia detrás».

Aquel equipo descendió por impagos y empezó una etapa convulsa, con muchos cambios de entrenadores y bastante inestabilidad. Jesús acabó fichando por el Ponferrada, y ahí cambió la perspectiva: «Ya no es divertirte. Tienes que jugar mejor que tu compañero para intentar renovar y no tener que buscarte otra vez la vida, que era algo que me horrorizaba». Recuerda que el último año en el Compos, el de Ponferrada y los dos que pasó en Alicante «no fueron tanto de disfrutar».

Oposiciones más inmediatas

Hasta que retornó a la capital gallega y se enroló en el Ciudad de Santiago. Después llegaron el Ordes y el Negreira, compatibilizando fútbol y trabajo.

Jesús Torres estudió Ciencias Políticas sin proponérselo. Su primera opción era Periodismo, pero no le dio la nota. Pensó en Publicidad, en Pontevedra, como alternativa. Pero recaló en el Compos y acabó optando por una carrera en la que se sintió muy a gusto y ya no cambió.

Lo de ser bibliotecario guarda cierta relación con aquello de llegar a la estación de tren y pedir un billete a cualquier destino, tras los dos años en Alicante. Volvió con 28 años, decidió que había que opositar y preguntó cuáles eran las primeras que se convocaban para trabajar en Santiago. «Eran en la Universidad, de auxiliar administrativo y auxiliar de biblioteca». Está claro lo que eligió y también que acertó: «Una vez que me metí ahí, me gustó tanto este mundo que lo cogí con muchísima más pasión».

Jesús Torres recuerda que le tocó vivir una etapa del Compostela con muchos impagos. Cada temporada acababa con varias mensualidades pendientes. Y él nunca fue de los que más cobraba. Pero sí coincidió, a lo largo de su carrera, con futbolistas que tenían ingresos altos. «Los sueldos en los que me movía no eran desorbitados ni te hacían perder la noción de la realidad si tenías un poco de cabeza», comenta al volver sobre su caso.

Dibuja un escenario que sigue vigente: «Que los jugadores van más a la peluquería que a la biblioteca, es verdad, es algo más habitual. Se crea ese cliché. Pero también he tenido compañeros que aprovecharon el tiempo e hicieron sus carreras. En los viajes en autobús era más fácil encontrar a la gente jugando a las cartas o con el ordenador que con un libro estudiando o leyendo. El fútbol de deja tiempo. Pero también te ofrece una vida fácil»

Se le quedó grabada una observación de Maikel, aquel ariete que llegó a debutar en Primera con el Deportivo: «Estaba ya opositando y me preguntaba si tenía que estudiar tanto para mandar callar. Siempre tenía retranca y me hacía mucha gracia».

Ahora dirige una biblioteca que organiza «más de quinientas actividades al año, desde conciertos, cuentacuentos, teatro... Hay mucha vida». Y, en un ejercicio máximo de síntesis, el «fin último es que cada persona que se acerque acabe saliendo de aquí con un libro, fomentar la lectura».

Las primas a terceros

Volviendo al fútbol actual, envuelto en el fango del caso Negreira, el que fuese carrilero del Compostela considera que «el fútbol siempre ha tenido su lado sucio. Pero ahora nos enteramos de más cosas». Confiesa con cierto asombro que «niños con 11 años tenga representantes, que niños de esa edad puedan salir de su casa para jugar en Madrid, Barcelona, Villarreal... Me parece una barbaridad. Es un negocio desbordado y en algún momento tiene que regularse bien o reventará».

Se le pregunta en este punto por las primas a terceros, y comenta: «Existieron siempre y seguirán. Nunca acepté ninguna prima por perder. Había trascendido que en la temporada de Segunda, ya salvados, nos habían hecho una oferta para dejarnos perder. Y me acuerdo de Pinillos dando puñetazos en la mesa diciendo que aquello no se aceptaba bajo ningún concepto».

Como ávido lector de novela negra en gallego, no le cabe duda de que «Leo Caldas o Abad y Barroso tendrían materia para investigar en el fútbol».