
Luis de La Fuente decidió en su segundo partido al frente de la selección dar un vuelco a la alineación respecto de la que había sacado en Málaga frente a Noruega. Y fueron hasta 8 cambios los que hizo, lo más reseñable en defensa, puesto que toda la línea era inédita y debutaba además en ella David García.
Aunque tengo muy claro que todo es opinable, y los resultados ayudan en mayor medida a dimensionarlo hacia lo positivo o lo negativo, a mí me parece coherente lo que hizo el seleccionador. Lo más difícil en un equipo es lograr una cohesión defensiva global, más complicado es lograrlo en una selección, pero es que la siguiente convocatoria será para disputar la UEFA Nations League. Ahí Luis De la Fuente irá con un grupo más elegido y no tendrá como objetivo hacer probaturas, eso seguro. Por lo tanto, el seleccionador decidió hacerlo en un escenario, y contra una selección, a la que nunca le falta el esfuerzo, el sacrificio y la agresividad en sus acciones. Lo que nadie esperaba es que Escocia encontrase una vitamina extra en forma de gol a favor en un inoportuno resbalón, lo cual hizo que todas sus cualidades antes mencionadas se reforzasen por mil.
Aun así, la selección poco a poco fue volcando el juego hacia el campo contrario y sumó acciones de mérito para poder empatar, aunque se llegó al descanso con derrota. Tras el descanso todo fue a peor, gol casi calcado al primero, Escocia 20 metros más retrasada, los cambios de la selección no aportaron nada y todo fue a peor, ni una sola ocasión de gol. La segunda parte se difuminó en agarrones, choques y melés que se formaban cada vez que un jugador escocés caía al suelo. Las imprecisiones y pérdidas del equipo español fueron innumerables y Escocia ganó con mérito y justicia un mal partido de la selección. Por lo tanto y como ocurre en el famoso torneo de rugbi, la cuchara de madera se la llevó España.