El deporte femenino se quedó sin un escaparate de oro tras el mundial de fútbol de Australia
03 sep 2023 . Actualizado a las 22:26 h.El triunfo de la selección española de fútbol en el mundial de Australia pudo significar un impulso sin igual para el deporte femenino a nivel estatal. Sobre todo, para el balompié, pero también para el resto de las disciplinas deportivas que malviven en precario y sorteando miles de obstáculos cada uno de los 365 días de cada año.
Que el fútbol se uniese a la carrera de éxitos de otros deportes como el baloncesto, el balonmano o disciplinas individuales como el atletismo podría impulsar y dignificar al resto de las modalidades. Sin duda, era el mayor escaparate al que se podía aspirar para caminar hacia la igualdad en el deporte.
Pero la oportunidad se ha ido al limbo por el apoltronamiento de un señor. Tres semanas después, ya nadie habla del gol de Olga Carmona, de las dotes como metrónomo de Teresa Abelleira ni de las audiencias que registró la final ante Inglaterra. Rubiales lo ha monopolizado todo y el tema deportivo se ha convertido en algo residual. Inexistente, para ser exactos.
Eso significa que cuando acabe el contencioso, todo seguirá como antes del mundial. El deporte femenino será igual de residual a ojos de casi todos (patrocinadores incluidos), por más que las deportistas y sus clubes se empecinen en intentar lo contrario.
Dilapidada la oportunidad histórica, no estaría de más que en medio de tanta polémica, la clase política y social se parase un momento a pensar cómo se pueden impulsar las ligas y disciplinas que tienen como protagonista a la mujer. Porque, además, aun sin ayudas, el deporte femenino ha registrado un importante aumento de licencias en los últimos años en modalidades de lo más variopinto. Desde un 18 % de incremento en halterofilia a un 12 % en patinaje, por poner en valor a dos deportes en las antípodas. ¿Y cuánto subirá ahora el fútbol femenino? Mucho, a pesar del ínclito expedientado.