Estados Unidos y su cuenta pendiente con la Ryder Cup

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John David Mercer | REUTERS

El equipo americano solo ha ganado dos veces, la última hace 30 años, desde que se mide a toda Europa en la Ryder, que comienza este viernes en Roma

26 sep 2023 . Actualizado a las 09:02 h.

Cuando este viernes el golf se convierta en Roma en un espectáculo mundial por equipos, con aficionados desatados en las gradas, gritos, banderas y abucheos, abandonará durante tres días parte de la liturgia que le acompaña como un deporte de caballeros desde hace siglos (Movistar Golf y Golf 2, viernes y sábado, 7.30, y domingo 11.30). Y Estados Unidos, la poderosa potencia que gobierna el juego desde casi siempre, abordará una cuenta pendiente. Porque la Ryder Cup, el gran duelo que nació como un enfrentamiento entre el equipo de las barras y estrellas, y el de Gran Bretaña, se le atraganta en su época moderna. Desde que en 1979 se enfrenta con el equipo de toda Europa, solo ha ganado o retenido el trofeo con un empate en nueve de los 21 enfrentamientos. Un fiasco, que se convierte en drama si la lupa se pone en las ediciones que ha jugado como visitante. Solo tiene dos triunfos a este lado del Atlántico frente al Viejo Continente, ambos en Inglaterra, el de 1981 en el Walton Heath Golf Club, en Surrey, y el de 1993 en The Belfry (Brabazon).

El conjunto norteamericano defiende la victoria de hace un par de años en Whistling Straits, en Wisconsin. Capitaneado ahora por Zach Johnson vuelve a contar, como casi siempre, con un grupo de jugadores, uno a uno, más potentes que los europeos. Entre los doce americanos, ganaron 15 grand slams (cinco Brooks Koepka, tres Jordan Spieth, dos Justin Thomas y Collin Morikawa y uno Scottie Scheffler, Wyndham Clark y Brian Harman) y seis de ellos figuran entre los diez primeros del ránking; frente a los nueve majors (cuatro de Rory McIlroy, dos de Jon Rahm, y uno de Justin Rose, Matt Fitzpatrick y Shane Lowry) y los cuatro fenómenos en el top ten de la clasificación mundial del vestuario capitaneado por Luke Donald. Pero la Ryder es otra cosa. Durante dos jornadas se juega por parejas (cuatro duelos de fourballs, en los que cada jugador disputa su bola y solo computa el mejor resultado de cada equipo; y cuatro de foursomes, en los que los componentes de la pareja dan golpes alternos con la misma bola), y el domingo saltan al campo los 12 jugadores para disputar los individuales. Y una norma no escrita dice que su fuerza como equipo aúpa al bando europeo por encima de la lógica. Por eso, Tiger Woods, el mito del golf moderno, ausente por segunda ocasión consecutiva en la Ryder, luce un pobre balance de 13 victorias, 21 derrotas y tres empates, salvado en parte, además, por sus resultados en los individuales.

Seis jugadores se clasificaron para el equipo americano de forma directa, a través del ránking fijado para la Ryder, Scheffler, Clark, Harman, Patrick Cantlay, Max Homa y Xander Schauffele.

Y otros seis recibieron la llamada de Zach Johnson, que completó una lista muy previsible: Koepka, Spieth, Morikawa, Sam Burns, Rickie Fowler and Justin Thomas. En total, cuatro debutantes.

El equipo americano viajó hace un par de semanas a Roma con las únicas ausencias de Jordan Spieth, Patrick Cantlay y Xander Schauffele y la esperanza de (esta vez sí) rendir en suelo europeo. Para calentar el ambiente, o como una declaración de intenciónes, de no arrugarse o aceptar una atmósfera hostil, uno de los vicecapitanes norteamericanos, Jim Furyk, lució en la imagen que se difundió de la cena de grupo el espantoso e icónico polo con el que Estados Unidos ganó en 1999 la batalla de Brookline (Massachusetts), una de las más broncas y antideportivas que se recuerdan. Más madera.

El terremoto LIV Golf no impide que los americanos jueguen la Ryder si todavía pertenecen al PGA, como le pasó a Koepka, que recibió una de las seis invitaciones discrecionales. El estropicio en el bando europeo fue mayor. Para empezar, el capitán fue el primero que abandonó el barco. Cuando Henrik Stenson se alistó en el circuito de capital saudí dejó sin seleccionador y líder al conjunto del Viejo Continente, que lo sustituyó por Luke Donald.

El cisma del golf dejó, además, una cicatriz enorme en el vestuario europeo, con Rory McIlroy como gran abanderado de los circuitos clásicos y Sergio García —el jugador europeo con más puntos ganados en la historia de la Ryder— como el más lenguaraz defensor del nuevo calendario multimillonario. El enfrentamiento entre los grandes circuitos terminó en un principio de acuerdo, el golfista español tanteó un posible regreso a la Ryder, pero las puertas ya estaban cerradas. Se perderá, por tanto, la segunda edición del gran duelo del golf desde que debutó en 1999, porque ya había faltado por decisión propia en el 2010 en Gales al no verse con ánimo para competir.

Rory McIlroy, Jon Rahm y Robert MacIntyre se clasificaron a través del ránking del circuito europeo, y Viktor Hovland, Tyrrell Hatton y Matt Fitzpatrick por el mundial. Donald completó la lista con Tommy Fleetwood, Sepp Straka, Justin Rose, Shane Lowry, Ludvig Åberg y Nicolai Højgaard. Esta última llamada fue la que suscitó más debate, porque además el capitán dejó fuera del equipo al emergente Adrian Meronk, que había ganado el Open de Italia en mayo, precisamente en el campo Marco Simone, escenario de esta Ryder.