Teresa Abelleira tiñe Pasarón de rojo

DEPORTES

La afición se volcó con la selección desde horas antes del partido

30 dic 2023 . Actualizado a las 17:57 h.

Pontevedra celebró ayer una fiesta. No era la semana grande de la Peregrina, ni un fin de año anticipado. Tampoco era el Pontevedra de su corazón jugándose el ascenso delante de los suyos, pero el ambiente que se respiraba en las inmediaciones de Pasarón era ese, el de un día que quedará tan marcado en la memoria de la ciudad como cuando hace once años la selección de Arabia Saudí revolucionó Pasarón con la selección masculina. Ayer era la noche de las campeonas del mundo, o mejor dicho, de su campeona del mundo. Con permiso de la Balón de Oro Aitana Bonmatí, y de Jenni Hermoso, Pontevedra quería ver a Teresa Abelleira en acción. Ya la homenajearon en verano llevándola en volandas, pero necesitaban verla en acción sobre su estadio.

Cada vez que tocaba el balón, Pasarón se venía abajo. Miles de niñas en las gradas soñaban con ser una de ellas. Y la centrocampista se mostró en conexión con la grada desde el campo. El granate de cada domingo se convirtió en el rojo de la selección y las banderas de España no dejaron de ondear en unas gradas hasta arriba, muchas de ellas en manos de la base de decenas de clubes que no se querían perder una noche para hacer historia. Sus caras mostraban la misma emoción que en la noche de Reyes. Estaban cerca de sus ídolas.

Apenas se había pitado el inicio del partido y la afición ya coreaba cánticos de apoyo a las campeonas del mundo. Pero mucho antes de que anocheciese en Pontevedra, en las inmediaciones del estadio ya se sentía el apoyo que la ciudad le brindó al equipo desde que el pasado jueves llegó a Sanxenxo y que le siguió dando hasta que ya de madrugada saliesen para Madrid.

De los más de nueve mil aficionados que ayer estaban en un Pasarón irreconocible, los más pequeños disfrutaron tanto como sus familiares, muchos de ellos lograron las entradas en el último momento. Todavía quedaron 200 para venderse en la mañana de ayer después de las colas kilométricas de la víspera. El ambiente de fiesta hizo que muchos se olvidasen de la odisea que fue haber conseguido una entrada para ver a las campeonas en directo.

El gol de Athenea en el minuto once no hizo más que encender un ambiente ya caliente desde horas antes. La ola en la grada era la muestra del agradecimiento a un partido de la Liga de Naciones que permitió a los pontevedreses disfrutar de su vecina. Y ella, como ya dijo en la previa, sueña con poder estar algún día animando desde la grada a esas crías que ayer estuvieron cerca de su ídolo. Ahora es su momento.