Ancelotti imparte una lección a Xavi

Daniel Panero COLPISA

DEPORTES

JUAN MEDINA | REUTERS

El técnico italiano le ganó la partida al español y propició una goleada sin paliativos

15 ene 2024 . Actualizado a las 08:20 h.

«Xavi no tiene la experiencia que tengo yo», advirtió Ancelotti en la rueda de prensa previa a la final de la Supercopa, y no le faltaba razón. El técnico italiano planteó un partido plagado de trampas y supo ganarle la partida a su homólogo del Barcelona desde el primer minuto. El clásico se jugó en todo momento a lo que quiso el Real Madrid, una lección futbolística que se le atragantó a los azulgranas y que hizo que el duelo se empezara a decantar en un abrir y cerrar de ojos, lo que tardaron los blancos en dar dos chispazos y desmontar el plan de un equipo, el azulgrana, que siempre tuvo que ir a remolque.

Fue así porque Ancelotti se adaptó mejor a las exigencias del guion. Xavi presentó todas sus cartas el día anterior y llevaba la mano de siempre, la del estilo. «Hay que ser fieles al cruyffismo», dijo. Y ese aviso fue su propia tumba. El Madrid salió al Estadio Al Awwal Park de Arabia Saudí con todas las lecciones aprendidas. Ancelotti plantó a Tchouaméni en el eje y a Kroos en la salida de balón entre centrales para desactivar la presión azulgrana en campo contrario. La posición del germano fue mano de santo. Desde ahí consiguió el equipo blanco empezar a construir un triunfo táctico, por momentos cómodo y que no estuvo en peligro en ningún momento.

El plan de Ancelotti jugaba también con la fragilidad defensiva del Barcelona. Una vez desactivada la presión adelantada, la idea no era otra que la de buscar la espalda de los zagueros azulgranas, donde había una distancia abismal con Iñaki Peña. El Real Madrid no tenía un nueve de referencia en esta ocasión pero sí dos extremos dispuestos a trazar diagonales una y otra vez y poner en jaque a los azulgranas. Vinicius y Rodrygo fueron un tormento. Araújo y Balde no podían seguirles y Koundé y Christensen, los dos centrales, eran dos presas fáciles ante las galopadas de dos de los extremos más rápidos del planeta fútbol. Entre los dos hicieron bueno el plan de Ancelotti, que recogió frutos gracias a esa idea con los dos tantos de Vini que inauguraron el encuentro.

El marcador, primero con 2-0 y luego con 3-1, fue también el propicio para que Ancelotti perpetuara esa idea de juego. A medida que el Barcelona buscaba reaccionar se encontraba con un rival cómodo sin balón y capaz de plantarse en el área rival con muy pocos toques. Cada transición de los Valverde, Rodrygo o Vinicius soterraba más aún el plan de un Xavi que nunca supo cómo buscarle la vuelta al partido. Ni siquiera con los cambios supo reaccionar el egarense ante un duelo marcado desde mucho antes de que el balón echara a rodar.

La otra lección de Ancelotti es una que lleva dando desde principio de temporada. El técnico italiano ha conseguido mantener a todos sus futbolistas enchufados, algo que ya le dio un enorme rédito en la semifinal contra el Atlético y que se repitió este domingo ante el eterno rival. Jugadores como Brahim, Joselu, Camavinga o Ceballos fueron entrando al terreno de juego y lo hicieron sin restar un ápice de intensidad a la presentación de los merengues. Todos presionan cuando no tienen el balón, todos pelean y todos tienen mordiente para buscar el gol hasta el último minuto. El Real Madrid vuelve a tener hambre de títulos y Ancelotti, recién renovado, está sabiendo alimentar ese apetito.