Fran Pallas: «El Dakar es un amor maldito, cuanto más sufres, más le quieres»

La Voz

DEPORTES

,

El motociclista gallego relata su día a día en el raid más duro del mundo

22 ene 2024 . Actualizado a las 11:58 h.

«Es mi octava edición, no sé si es que estoy mal de la cabeza o qué, pero aquí vuelvo a estar». Al motociclista carballés Fran Gómez Pallas (Caracas, 1969), el rali Dakar le ha cambiado la vida. «Es como un amor maldito, cuanto más te hace sufrir, más cariño le tienes», explica sobre el raid más duro del mundo. Y es que se trata de una cita de dos a tres semanas que no solo demanda grandes esfuerzos físicos, sino que mina, y mucho, el aspecto mental.

CANSANCIO

«Las horas sin dormir acaban pasando factura»

Un ejercicio de supervivencia en el medio de un inmenso desierto que una buena parte de los participantes, como él, eligen hacer con lo justo. «Los verdaderos héroes son los de la categoría Original, que son los que vienen solos y hacen todo. Tienes que ser autosuficiente para todo y buscarte la vida. Nadie te va a echar una mano. Eres tú el que cambia las ruedas, el aceite, el que limpia el filtro. Y no tengas una caída o la necesidad de una reparación grande, porque al final todo eso desemboca en más horas sin dormir, y se va empalmando de un día a otro y te acaba pasando factura. Ese es, para mí, el Dakar auténtico, el que yo hice siempre salvo en el 2006, y no el que vas con un equipo de asistencia», indica el gallego.

,

Una soledad que el carballés sintió como nunca durante la quinta etapa, cuando tuvo que ser evacuado en helicóptero, después de perder el pistón entre las dunas y quedarse tirado durante dos horas y media. «No lo encontré entre la arena y no me quedó más remedio que llamar a la organización, lo malo es que yo tampoco controlo demasiado de inglés...», recuerda.

Exigencia física y mental

Dolores en la espalda y un calor que «abrasa»

Una vez más, el Rali Dakar ha sufrido la muerte de uno de sus participantes, Carles Falcón. Una tragedia que no es nada excepcional en una prueba muy compleja a la que todos los pilotos tratan con un respeto especial: «No puedes estar pensando en lo que te puede pasar. Es obvio que tienes que tener un respeto por la carrera porque te obliga a ser autosuficiente en todo momento, pero no puede existir el miedo, porque no sería productivo. Cuando toca una tragedia así cerca, te deja mal cuerpo, pero sabes a lo que te enfrentas cuando vienes aquí», dice el piloto del Team Green Power Race, que compite en la nueva categoría sostenible Mission 1000 con una Wattbike DK224 totalmente artesana y muy pesada.

De hecho, es el peso una de las mayores dificultades que se está encontrando en su octava aventura en un Dakar. «Hay motos que compiten contra mí de 135 kilos y otras de 170. La mía pesa 215. En las dunas era matador, inhumano. Prefería entrar a tope en la cresta que tener que sacarla de la arena y girarla para salir. Me causa unos dolores tremendos en la espalda. Y además de l física, también es fatiga mental porque tienes que estar muy pendiente del rumbo que estás tomando para que no quede clavada», dice. Pero el esfuerzo va más allá del que se hace sobre la moto. Al terminar cada etapa, toca ponerse manos a la obra para optimizar el vehículo. «Hay que sacarse el casco y ponerse a trabajar. Y rápido, porque el descanso es muy importante, porque al día siguiente es más y más. Diez días aquí parecen un mes, es duro», dice un Pallas, además, acatarrado.

,

,

El calor, en esta edición está siendo otro gran inconveniente: «En el medio de las dunas, abrasa. Sobra la ropa, pero tienes que aguantarte. Vale más la pena estar tapado que exponerte al sol, porque te puede dar un golpe de calor. Y vale la pena, también, cargar de más la espalda con agua, porque sin ella lo pasas mal».

El día a día

Dormir en tienda de campaña

El reto del Dakar requiere amplias jornadas de todos los participantes. Y aunque en esta nueva categoría, las etapas son más cortas —entre 80 y 120 kilómetros por la autonomía de los vehículos eléctricos—, Fran Gómez Pallas sigue durmiendo muy poco. «Nos levantamos entre las 4.30 y las 5.00 y durante una hora recogemos la carpa, las tiendas de campaña y todo lo que montamos para trabajar en la moto. Yo me preparo mi equipo y las herramientas que debo llevar, desayuno y cogemos la furgoneta para ir al punto de salida», explica.

,

,

Por la noche no descansa sobre un colchón ni bajo techo. «Pero eso tampoco es porque seamos súper hombres. ¿Es duro? Sí. Durante quince días duermes muy pocas horas en una tienda de campaña, pero llegas tan cansado que no te cuesta», cuenta un Pallas que es uno de los mejores clasificados en la Mission 1000.