Carlos Alcaraz: «Ha sido un viaje increíble»

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AFP7 vía Europa Press | EUROPAPRESS

«Cuando llegaba del colegio, veía a Rafa, mi ídolo, ganar este torneo y soñaba con ser yo algún día el que estuviera aquí», confesó emocionado Alcaraz tras ganar su primer Roland Garros

10 jun 2024 . Actualizado a las 10:39 h.

«Tienes 21 años y ya eres una leyenda», le espetó Zverev ante la mirada de Björn Borg, una institución con seis títulos de Roland Garros, al que los catorce de Nadal pareció devolver a lo terrenal. Carlitos sonrió con la mirada en trance. Cuando puso la última bola lejos del alcance del alemán, se acostó en la tierra y volvió a la verticalidad para susurrarle a Sasha algo junto a la red, Alcaraz se abalanzó sobre la grada para abrazarse a Carlos, su padre, y a Verónica, su madre. Con ella mantuvo el apretón un puñado de segundos. A él, le soltó un «te quiero» antes de regresar a la pista. «Cuando llegaba del colegio iba a ver la televisión para ver este torneo. Veía a Rafa, mi ídolo, ganar y soñaba ser un día yo el que estuviera aquí. Ha sido un gran viaje, desde el primer día hasta el último», le confesó al respetable, ya con el trofeo a su lado. A Zverev, le devolvió el cumplido: «Estoy seguro de que este torneo te dará la ocasión de ganarlo».

A Óscar Wilde le atribuyeron aquello de que no hay una segunda oportunidad para causar una primera impresión. Zverev se presentó en su primera final de Roland Garros con dos dobles faltas consecutivas. Poco habitual en alguien que tiene en el saque el membrete de su carta de bienvenida. En lo que estorbaran las emociones de las primeras veces podía estar también la condena de Alcaraz, que dio primero, pero no dio dos veces. Al llegar al tercer set, cuando el español servía para poner el 6-3 y enfilar el último peldaño, Zverev le encontró las cosquillas. Carlitos lo acabó perdiendo 7-5. Se enfadó entonces: «¿Crees que es normal, jugar una final de grand slam en esta pista? Es un torneo en tierra y parece pista dura. No hay tierra. Es increíble, increíble», le espetó al juez de silla tras ver como su ventaja se la había llevado el viento que increpaba. Luego, se pidió un zumo de pepinillo como había hecho en la semifinal contra Sinner cuando los calambres le apretaron. Fue el inicio de otra remontada.

Como si la concentración se fugase en la zona de confort y necesitara de esa permanente apelación a la épica, Alcaraz manejó mejor su repertorio con el agua al cuello. Lo hizo ante el italiano. Y lo repitió contra Zverev. Cuando los partidos se marchan lo más lejos posible, Carlos es demoledor. Ha ganado once de los doce que jugó a cinco sets. Un 91% de eficacia. Solo Berrettini, en Australia, fue quién de devorarlo en un encuentro llevado hasta el límite. «Mi equipo ha hecho un trabajo increíble, en el último mes hemos peleado contra la lesión. En Madrid no estuve cómodo, las semanas siguientes tenía muchas dudas». Alcaraz recordó que el camino hasta la Copa de Mosqueteros no fue una fiesta. Compitió con un elocuente vendaje. «Al llegar aquí, no había pasado muchas horas en la pista», recordó. No faltó el recuerdo para Nadal. «Ha ganado catorce veces aquí y solo ha perdido cuatro partidos desde el 2005. Sucederlo, como español, es un honor»