La pirámide de Simone Biles en los Juegos de París

Paulo Alonso Lois
Paulo Alonso PARÍS / E. LA VOZ

DEPORTES

Hannah McKay | REUTERS

28 jul 2024 . Actualizado a las 20:36 h.

La versátil pirámide cubierta de césped de Bercy ha encumbrado a Roger Federer, Celine Dion, Vlade Divac y Madonna. Pero esta semana puede desatarse aquí un terremoto todavía mayor. Con otra artista. Todos los Juegos Olímpicos caben en el cuerpo de 142 centímetros de Simone Biles. Puro músculo nacido en los entrenamientos, pura audacia para planear sus ejercicios, pura elegancia en movimiento. En el Accord Arena triunfa como el icono pop de los Juegos del 2024. Le aplauden Anna Wintour, Tom Cruise, Ariana Grande, Snoop Dogg, Jessica Chastain... Atrae a fanáticos desde todos los puntos del mundo; genera más griterío durante sus entrenamientos que los compañeros que compiten al mismo tiempo en otro aparato en una zona diferente de este gigantesco escenario del sur de París; por sí sola devuelve el foco a uno de los más olímpicos de los deportes.

Ascenso, caída y redención. Como deportista, encarna el canon de la gimnasta actual. Deslumbró en el 2013 cuando a sus 16 años creó el Biles I en el Mundial de Amberes, donde ganó el concurso completo; se colgó cuatro oros y un bronce en Río 2016 cuando ya defendía su cartel de leyenda; y prosiguió su ascenso hasta que su cabeza se quebró recién iniciados los Juegos de Tokio. Entonces dio una lección sobre cómo gestionar un problema de salud mental con los ojos del mundo entero puestos sobre su cabeza. Solo confesó su miedo y reclamó su espacio. En el punto justo, sin tabúes ni falsas romantizaciones. Se retiró de casi todas las pruebas, animó a sus compañeras, reclamó su espacio y con el tiempo confesó antiguos episodios de depresión.

Hija de una madre alcohólica, criada por sus abuelos tras pasar por un hogar de acogida, Biles también había sufrido, como cientos de sus compañeras, abusos sexuales del médico del equipo estadounidense de gimnasia, el monstruo Larry Nassar. Todo ese pasado lo lleva en la mochila cada vez que vuela.

Ya bautizó cinco movimientos con su nombre. En las barras asimétricas, el único aparato donde aún no besó el cielo, probará un nuevo truco en París.

En la pirámide de Simone Biles.