
Lo primero que hay que tener en cuenta de la situación de Enmanuel es que estamos en unos Juegos Olímpicos. Ya es difícil clasificarse, y él no solo clasificó, sino que tiene consigo una medalla olímpica.
Yo creo sinceramente que los jueces le privaron de poder estar en Roland Garros peleando en la final. Sea como sea, es algo muy grande para nosotros y para A Coruña, y tenemos que estar agradecidos. Le hemos transmitido que no pasa nada y que el deporte no siempre es del todo justo, y ahí están los ejemplos de Ana Peleteiro y de Carolina Marín. A veces el deporte es así de injusto, pero ¿qué le vamos a hacer?
Bajo mi punto de vista, los tres asaltos eran de Enmanuel. El primero era claro y el tercero se lo reconocieron todos los jueces, pero al darle los dos primeros al azerbaiyano, todo se complicó. Es un deporte de precisión, donde hay árbitros, y creo que en esta ocasión ha sido discutible, pero es lo que hay.
Cuando Enmanuel vuelva, nos sentaremos con él y estudiaremos qué opción le conviene más a su futuro; si da el salto al boxeo profesional, o continúa persiguiendo su sueño de ser campeón olímpico, que es lo que siempre ha tenido entre ceja y ceja. Es algo que él tiene que decidir, pero sabe que cuenta con nuestro apoyo al cien por cien. Lo que él decida estará bien; es un buen chico.
Estos son momentos muy buenos, porque ha ganado una medalla de bronce en los Juegos Olímpicos, pero tenemos que sentarnos, mirar para el futuro y pensar todo en frío. Lleva un ciclo olímpico preparándose para esto. De nada sirve lamentarse y llorar por este combate, porque no va a cambiar nada. Los deportistas saben caerse, pero, sobre todo, saben levantarse para salir más fuertes, y con Enmanuel, en ese sentido, no tenemos ni la menor duda.