El reto del oro en los Juegos de París que llevó al límite al K4

DEPORTES

PAULO ALONSO

Los gallegos Arévalo y Germade, plata en Tokio 2020, se sometieron a sesiones infernales esta vez para cumplir este jueves en la semifinal y volar en la regata definitiva

08 ago 2024 . Actualizado a las 08:10 h.

Los síntomas del esfuerzo de las sesiones de entrenamiento más agresivas de las últimas semanas del K4 500 metros español parecen el parte de una tortura, pero son el resultado del trabajo científico y metódico de Miguel García al frente del proyecto, el fruto de más de 20 años de dedicación al estudio del piragüismo de élite. «Llegábamos a vomitar, con los ojos medio cerrados, veíamos ya amarillento, pero tocaba eso», recuerda el cangués Rodrigo Germade sobre las sesiones del pasado junio. «Hicimos series de tolerancia láctica muy fuertes, y salieron bien. Llegábamos luego a casa y no éramos ni personas», añade el betanceiro Carlos Arévalo sobre la fase de la temporada en la que llevaron al límite a sus cuerpos hercúleos. El barco español, que ya fue plata olímpica en Tokio 2020 y oro en el Campeonato del Mundo del 2022, sostiene un pulso agónico desde hace casi ocho años con la embarcación alemana. Dos formaciones con pleno de campeones del mundo en diferentes barcos y distancias. Solo hay sitio para la excelencia. Y el desafío de alcanzar la cumbre definitiva, el título de campeones de los Juegos Olímpidos de París este jueves en la pista de Vaires-sur-Marne, requiere de esos sacrificios salvajes, exige llevar el cuerpo al límite, con un compromiso inquebrantable con el resto.

Recién cruzada la llegada de la manga del martes, Saúl Craviotto, el palista de las cinco medallas, el mejor palmarés de un español en la historia de los Juegos, reconoce que esta vez han abordado llegado a un nivel de esfuerzo brutal.

Ese K4 500 casi infalible aborda mañana un teórico trámite en la semifinal (11.50 horas, La1), en la que avanzan cuatro de los cinco barcos en liza, por lo que tan importante es activarse y ponerse en marcha con solvencia como guardar fuerzas para luego. En la línea de salida, en teoría, le pueden plantar batalla Australia, sorprendente plata en la última Copa del Mundo, Ucrania, que se colgó el bronce en los dos últimos Campeonatos del Mundo, y Serbia, ganador de la primera manga en París el martes pasado.

Porque lo importante llegará dos horas después de la semifinal, en la regata por las medallas (13.50 horas, La1). A los rivales de la serie anterior se unirán entonces, con toda seguridad, Hungría —plata en el Mundial 2023 y con una salida poderosa—, Alemania, vigente campeón olímpico y mundial, la potencia que respecto a Tokio, reemplazó a la leyenda del kayak Ronald Rauhe por Jacob Schopf, otra bestia.

Para el K4 500 español, como en Tokio para la formación alemana, la regata tiene un enorme valor simbólico y emocional. El barco de Germade y Arévalo quiere lo máximo, el oro olímpico, porque siente que se lo merece, y además, los cuatro intuyen, sin expresarlo en voz alta, que la prueba puede representar la despedida perfecta a la trayectoria ejemplar de Saúl Craviotto. Porque el palista catalán, que ya sopesó la posibilidad de retirarse después de los Juegos de Tokio, llegaría a la siguiente cita, en Los Ángeles 2028, con 43 años. Abrió su cuenta en Pekín 2008 con un oro junto a Carlos Pérez Rial, Perucho; se colgó la plata en Londres 2012, subió dos veces al podio en Río 2016, incluido el oro con Cristian Toro, y ya se proclamó subcampeón olímpico con los actuales integrantes del K4 500 en Tokio 2020.

El legado continuará, porque Germade, con 33 años, y sobre todo Arévalo, con 30, persiguen ahora su segunda medalla olímpica, antes de competir juntos de nuevo el viernes en K2 500. No se consideran favoritos para el barco doble, pero nadie los descarta.