David Rial, entrenador del Burela Pescados Rubén: «El fútbol sala a veces me aburre hasta a mí»

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Con 15 años vio que jugar no era lo suyo y se puso a entrenar; con solo 32 llega a Primera División

09 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

David Rial Bello (Santiago de Compostela, 1991) entendió muy pronto que no se ganaría la vida dando patadas a la pelota, pero su pasión lo condujo a los banquillos. Un largo camino lo ha llevado, al segundo intento, a conducir al Burela Pescados Rubén a Primera y, con solo 32 años, es uno de los entrenadores de moda en un fútbol sala que, reconoce, necesita reflexionar para volver a enganchar al público. «Hay menos jugadores de talento porque no son necesarios», cree.

—¿No fue jugador?

—Era bastante malo. Jugaba con los amigos en el Don Bosco, en un barrio de Santiago, y, ya siendo cadete, me despertaba más curiosidad entrenar. A partir de ahí empecé a compaginar las dos cosas en el mismo equipo.

—¿Cómo entra en el Lobelle?

—Tuve la suerte de ser de Santiago y conocer a Mon Barreiro, que fue quien me metió el gusanillo en el Don Bosco y me llamó cuando llevaba un par de años en el Lobelle. Entendió que yo tenía pasión y capacidad. Desde entonces me formé en aquella prolífica cantera de jugadores y entrenadores.

—Le dieron un equipo casi en ruinas.

—Santiago a nivel formativo fue todo lo que tuve. Cuando entro ya se empieza a ver cierta decadencia a nivel económico y, en consecuencia, deportiva. Estoy muy agradecido de haber entrenado al equipo de mi ciudad y que me abriese las puertas de la élite. Fue un peaje duro, hice muchos esfuerzos, pero sin él no habría llegado al Burela.

—Ya en Burela, ¿le impuso explicar a jugadores de mucha más experiencia qué hacer para ganar?

—A mí no. Sabía a dónde venía, que era un vestuario en el que si yo era directo y firme con mis ideas todo iba a salir bien. Ya no es tanto una cuestión de edad, sino de qué les transmitas y qué confianza les des con los mecanismos que les aportas.

—¿Cómo construyó este equipo ganador?

—El primer año fue muy sencillo, recogí un equipo dolido en el orgullo de un año en Primera tremendo deportiva y sentimentalmente. Simplemente hubo que encauzarlos a mostrar el talento que tenían, puse mi granito de arena, pero cogí un equipo lleno de jugadores con ganas de resarcirse. Esta temporada fue totalmente opuesta, teníamos que conocernos y hacernos un equipo. Nos costó más, y ahí están los números, pero creo que, en el momento en el que entendimos lo que teníamos que hacer, todo fluyó.

—¿Merecieron más el ascenso en el 2023?

—En el deporte los resultados no solo dependen de uno mismo.. Esta temporada seguramente haya equipos que creen que hicieron más méritos que nosotros. Fue duro vivir esa decepción en Alcira, pero quizás también nos hizo entender mejor lo que se requería y parte de lo que hemos conseguido es de ese aprendizaje.

—¿La defensa seguirá siendo su punto fuerte en Primera?

—La mejor virtud de un entrenador debe ser adaptarse a los jugadores. El primer año éramos un equipo muy dominante con el balón y este quizás estábamos un poco más cómodos sin él. En Primera seguramente sacar puntos también pasará por ahí porque vamos a ser un equipo que será sometido en muchos momentos. Debemos adaptarnos, mantener la identidad que nos ha traído hasta aquí y desde el cuerpo técnico darles mecanismos para sacar resultados.

—Las audiencias del fútbol sala han caído muchísimo, ¿echa en falta más espectáculo?

—Creo que en líneas generales este deporte es mucho más aburrido. Gran culpa de ello la tenemos los entrenadores porque se juega con nuestro pan, lo que queremos es ganar partidos y la forma más fácil es no encajar goles. Se requiere, primero, de que nosotros propongamos, y creo que es necesario un cambio de normas. Se está trabajando incluso para meterlas esta misma temporada en España para que la gente se vuelva a enganchar. Pasar dos horas delante de la televisión viendo un partido de fútbol sala a veces me aburre hasta a mí, que vivo de ello.

—¿Hay menos calidad o menos espacio para mostrarla?

—Este deporte tiende a que se juegue menos. Se da más importancia al jugador grande y corpulento, lo que implica menos espacios; la incorporación del portero también limita mucho situaciones de calidad individual para jugar la pelota, y al final todo eso hace que haya menos jugadores de talento porque son menos necesarios, priman otras cosas.

—¿Por qué el fútbol sala pervive en Burela mientras agoniza en localidades mucho más grandes?

—Burela tiene una estabilidad y la gente se siente plenamente identificada con lo que tiene. Hay ciudades que tienden a implicarse más en el deporte y otras menos. Para Burela tener dos equipos en la élite es muy importante, la gente tiene la costumbre de ir cada fin de semana a verlo, si también juega el femenino, mientras que en otros sitios como Santiago donde, quizás, tienes mucha más oferta de ocio, si pierdes, la gente deja de ir. Aquí la gente da el mérito que tiene a mantener esto.

«Me gustaría ser como mi padre, porque es un tío cojonudo, honrado, que dio una gran educación a sus hijos»

Guardiolista confeso, Rial solo eleva a su padre a la categoría de ídolo.

—¿Cuál es su rutina un día de partido?

—Si jugamos en casa, me quedo en cama hasta tarde, 11.30 o 12, y a partir de ahí me ducho, como algo ligerito y antes de ir al pabellón me vuelvo a duchar. Es una manía.

—¿Qué echa de menos los fines de semana?

—Me gustaría estar más con mi familia, salir a cenar los findes... Pero me siento un privilegiado, somos muy pocos los que podemos vivir de esto.

—¿Qué le gusta?

—Me gusta mucho ver series, me desconectan bastante, aunque en determinados momentos no soy capaz de mantener la tensión en ellas. Me encanta el deporte, sigo mucho fútbol, baloncesto, ciclismo... Quizás el fútbol sala no tanto cómo debería. Y me encanta ver y oír el mar, para un tío de interior como yo es una maravilla.

—¿Qué serie recomienda?

—House of Cards y Peaky Blinders.

—¿A qué se habría dedicado de no ser entrenador?

—Acabé segundo de Bachillerato, no me veía cuatro años en una carrera y tuve la suerte de que me apareció esto. Me gustan mucho el periodismo y el deporte, quizás me habría orientado por ahí, o a la docencia.

—¿Tiene algún ídolo?

—No, pero soy muy del Barcelona y me gusta mucho Guardiola por el sello que deja a los equipos. Más allá de referentes en la vida, me gustaría ser como mi padre, porque es un tío cojonudo, honrado, que dio una gran educación a sus hijos.