El duelo entre el esloveno y Vingegaard continúa de Lille y París con seis finales en alto, incluidos La Loze, Superbagneres, Mont Ventoux y La Plagne
29 oct 2024 . Actualizado a las 19:09 h.El ciclismo tiene dotes cinematográficas. «I'm gone, i'm dead» (Me quedo, estoy muerto), frase que podría servir para certificar la muerte de James Bond, fueron las palabras que verbalizó Tadej Pogacar en el Col de la Loze en 2023. Su primer y hasta ahora único epitafio. El día que debía intentar darle la vuelta a un Tour que tenía cuesta arriba reveló por la radio del equipo y grabado por la señal de televisión su primer gran desfallecimiento. Una versión humana. Subía blanco, desencajado, deambulaba sobre la carretera remolcado por su compañero Marc Soler. «Es una gran decepción no haber podido atacar», declaró al acabar su jornada más funesta. Desde entonces, ningún día se ha quedado con las ganas.
El Tour de Francia de 2025 le devolverá al lugar de su tumba. Presentado este martes el recorrido oficial, con seis finales en alto, 33 kilómetros contrarreloj casi llanos en la quinta etapa y 11 de cronoescalada, el remate en el Col de la Loze vuelve a presentarse como uno de los puertos decisivos de la ronda. Un coloso de 28 kilómetros, que alcanza los 2.303 metros de altura, donde se ahogan los mortales. Un puerto ya duro de por sí al que en 2020 le añadieron 5 kilómetros de pista de esquí asfaltada, con rampas infernales y medias entre el 10 y el 11 %, que a los ecologistas les hace preguntar si no hay ya suficientes carreteras en los Alpes.
Ver por la televisión a los ciclistas clavados sobre el alquitrán parece aumentar el número de los espectadores. Mandan las audiencias. En el fútbol, en el ciclismo y en el cine. A ocho meses de la salida en Lille del próximo 5 de julio, es imposible establecer si el recorrido le favorece a Tadej Pogacar o a Jonas Vingegaard. Con tan poca crono, está claro que a Remco Evenepoel no. Lo que sí se desprende es un guiño al escalador danés. El Tour le vuelve a poner delante el Mont Ventoux, donde dejó atrás por primera vez a Pogacar en 2021. Llegaron juntos a meta y ese Tour lo ganaría el esloveno de forma holgada, pero evidenció el preludio del histórico duelo que mantienen desde entonces.
Continuará desde el norte de Francia. Sin caminos ni tramos adoquinados. Con las trampas de los repechos y el viento en una primera semana en la que será más difícil marcar diferencias al contrario que en ediciones anteriores. La primera etapa apunta a final al esprint. Eso conlleva nervios, tensión, todos los ciclistas juntos queriendo ir los primeros y caídas. La segunda tendrá un perfil de clásicas y la tercera con final en Dunkerque, donde el viento de la Llanada alavesa les hace reírse. El trazado vira hacia la Bretaña tras la contrarreloj y el homenaje a Hinault. Se cumplen 40 años de la última victoria francesa del Caimán.
Los favoritos comenzarán a medirse en la séptima etapa con el final del Mur de la Bretagne (2,1 km. al 6,1 %) y en la novena, en pleno 14 de julio, fiesta nacional francesa, por el Macizo Central y el Mont-Dore. Ocho puertos puntuables antes de la primera jornada de descanso. El Mont Ventoux y los Alpes Reposo en Toulouse y rumbo a los Pirineos. Los de verdad. Primero final en Hautacam (813,6 km. al 7,8 %) tras Soulor y Bordéres. Después cronoescalada a Peyragudes. La continuación de casi tres kilómetros del Peyresurde con final el altiplano y su rampa mortal final asfaltada en honor a James Bond y su película de 'El mañana nunca muere'. Allí se clavó Froome en 2017 mientras Landa miraba hacia atrás.
El colofón final llegará el día siguiente. 19 de julio. Tourmalet (19 km al 7,4 %), Aspin (5 km al 7,6 %), Peyresurde (7,1 km al 7,8 %) y Superbagneres (12,4 km. al 7,5 %). Más de 5.000 metros de desnivel y aroma a verano. Calor. Asfixia. Marea naranja. No se volvía a Superbagneres desde 1989, cuando se impuso Robert Millar por delante de Pedro Delgado, que venía con tiempo perdido de Luxemburgo. No habrá mucho tiempo de descanso. A los tres días, tras el segundo descanso, el Mont Ventoux. Y a los dos, los Alpes. El temido Col de la Loze después del Glandon y la Madelaine. Monstruoso. Y acto seguido La Plagne, donde Induráin voló en 1995, tras Saisies, Pré y el Cornet de Roseland con sus lagos y cascadas. Será la antepenúltima etapa.
Para el final, el Tour le reserva el lugar más preciado al Jura tras una presentación sin empaque. Con la mayoría del recorrido filtrado y sin Pogacar, Vingegaard y Evenepoel. Sí estuvieron cinco ciclistas del Total Energies, y otros tantos del Uno-X, los equipos que junto al Tudor de Fabian Cancellara se juegan las dos preciadas invitaciones. La carrera echará el cierre con el esprint de los Campos Elíseos. Todo íntegro en Francia. «'Ya era hora', diréis algunos», dijo Christian Prudhomme, más propenso a llevarse el Tour fuera de las fronteras. Se acumulaban ya tres salidas seguidas fuera (Copenhague, Bilbao y Florencia). En 2026, el honor de acoger ese fantástico escaparate mediático recaerá en Barcelona.