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El balear cerró el círculo entre lágrimas para iniciar otra vida que le aleja de las pistas tras una carrera inimaginable y una conducta intachable
20 nov 2024 . Actualizado a las 22:14 h.Saber ganar, saber perder y saber estar. Llegó el día que nadie quería que llegara. Las últimas ocho horas de Rafael Nadal Parera como tenista profesional se hicieron definitivas desde que avisó a los aficionados que prepararan los pañuelos con su emoción en el himno hasta el emotivo discurso final a pie de pista en el Palacio de los Deportes José María Martín Carpena de Málaga pasada la una de la madrugada de un 20 de noviembre.
«Soy solo un niño que persiguió sus sueños», reflexionó minutos antes de que se echara el telón a su trayectoria ante las más de 10.000 personas que llenaron el coliseo donde habitualmente juega el Unicaja. «Que la llama que portaste en los Juegos Olímpicos siga encendida para toda la eternidad. Se acaba una carrera, pero comienza un legado», apuntó el speaker en el especial escenario que alberga la Copa Davis. Con los vítores de los aficionados que una vez gritaron sus triunfos.
Todos dedicaron otra atronadora ovación, que se extendió durante bastante tiempo. Con los mensajes de «Gracias, Rafa» en las pantallas del pabellón andaluz, también empezaron a corear su nombre antes de poner el punto y final a un ciclo que concluyó en el mismo lugar donde empezó aunque su historia no haya terminado del todo, como sí que se agotaron los adjetivos posibles para un tenista irrepetible.
Una retirada definitiva de la primera línea de competición a los 38 años para Rafa, al que cualquier español de a pie trata como alguien más de la familia, e impuesta por la biología y las múltiples lesiones, que aunque tarde, le hicieron parar tras este último baile. Solo con su personalidad y presencia consiguió emocionar a mucha gente, y sobre todo su pasión, saber que siempre va a dar todo lo que tiene más allá de cómo vayan las cosas.
«Me he sentido superafortunado por recibir tanto cariño de todo el mundo. Muchos de los momentos más importantes de mi carrera los he vivido con muchos de los que estáis aquí, como parte del equipo español. Ha sido un privilegio, hemos vivido cosas muy bonitas juntos y ahora os toca a vosotros seguir viviéndolas», expuso Nadal, que se retiró compitiendo, como hizo durante toda su carrera al más alto nivel.
Resiliente pese a todo
Pese a sendas tendinitis rotulianas en ambas rodillas y, más recientemente, el psoas ilíaco que solo le dejaron disputar nueve torneos en los últimos dos años. Lo dijo en alguna ocasión, perder no le dolía tanto si competía hasta el final.
Sabía que su figura no podía ser decorativa porque, en su mentalidad, traicionarse a sí mismo sería traicionar a todos. Y se fue con derrota. Cayó ante Van de Zandschulp frente a quienes abarrotaban un estadio que explotó cuando asomó por el túnel, y que presenció los ojos vidriosos del español nada más sonar el himno nacional. Icono de resiliencia y generador de energías, escribió un capítulo más, cerrando una etapa para poder iniciar otra, esa que le aleja de las pistas para siempre. Su último gemido provocó un interés mayúsculo en Málaga, por verle en su adiós pese a que no hubo truco de magia alguno, quedando eliminado a las primeras de cambio ante Países Bajos en cuartos de final.
Un final agridulce pero de película, en el que pudo ser protagonista, y que tan solo se trata de otro inicio. Porque Nadal pierde una parte de su vida, pero su leyenda permanecerá intacta tras haber escrito una era en el olimpo del deporte.