Carles Coll, campeón del mundo de los 200 metros braza: «En el hotel presentí que iba a ganar»
![Pablo Carballo](https://img.lavdg.com/sc/m7HHdi_d3BU8AopN9nQ4zj1ET18=/75x75/perfiles/1446826081109/1446826134659_thumb.jpg)
DEPORTES
![Carles Coll, con la medalla de oro en el podio del Mundial de Budapest](https://img.lavdg.com/sc/_Iqro3-d8ZsJC95a9wFqy6ZjA28=/480x/2025/01/15/00121736970091915637399/Foto/carlascol.jpg)
Rebajó doce récords nacionales en un año y se convirtió en el primer nadador español de la historia en colgarse un oro en un Mundial de piscina corta
20 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.En la incipiente, pero ya brillante, carrera de Carles Coll Martí (Tarragona, 2001) tendrá siempre un rincón para el recuerdo el año 2024. Pulverizó doce récords españoles y alcanzó un hito todavía inédito. Hasta la cita de Budapest el pasado diciembre, nunca antes un nadador masculino español había ganado un oro en un Mundial de piscina corta. Mireia Belmonte, una de las tres mujeres en hacerlo —junto a Erika Villaecija y Melani Costa— había logrado el último diez años atrás. Coll compitió en la final del 200 braza contra Kiril Prigoda, vigente récord del mundo. Le ganó y el ruso solo pudo ser segundo. Hijo de Adolf Coll y de Mireia Martí, nadadores profesionales, Carles se prepara becado en la universidad de Virginia Tech de la mano de Sergi López para subirse algún día a un podio olímpico, el sueño que su preparador, también en los 200 braza, pudo cumplir con un bronce en Seúl 1988.
—¿Cómo se explica el tremendo salto que ha dado en sus marcas en apenas un año?
—Trabajamos mucho y muy duro, no hay ninguna fórmula mágica. Biológicamente aún soy joven. Hay gente de mi edad que ya tiene toda la barba, el pelo en el pecho. Yo voy por detrás. Eso me ha permitido nadar un poco más rápido cada año. Otro factor es que siempre he buscado cosas que pueda mejorar, ya sea en la técnica, el estilo, en la nutrición o en el aspecto mental.
—En su casa, con sus padres, habrá tenido buenas referencias.
—Me han ayudado a ir despacio. Hay gente que empieza muy joven a entrenarse todos los días, doblando sesiones, y se van a centros de alto rendimiento. Ellos me insistían mucho en que fuera con calma. Tenía 14 años y querían que estuviera con mis amigos. Se han asegurado de que no fuera quemando etapas demasiado pronto. Por eso he llegado fresco a la natación de élite con 20 años, que es cuando tienes que entrenar más. No me sentía quemado como otros compañeros que a esas edades están ya hartos de nadar y hacer tantos metros. Supongo que mis padres estarán orgullosos de mí, pero si las cosas no me salieran, lo estarían igual. Si mañana les digo que quiero dejarlo e irme a hacer surf a Hawái, me apoyarían.
—Después de su exhibición en el Campeonato de España, ¿se veía con opciones en el Mundial?
—Cuando llegas a un nivel, y entrenas en unas marcas, sueñas con hacer algo grande. No me gusta ponerme límites. A Budapest fui sin una idea concreta, en plan quiero llevarme el bronce. Lo único que pretendía era dar lo mejor de mí. Luego me pasó algo que he escuchado le ha sucedido a otros deportistas de alto nivel antes de tener un resultado extraordinario. Esa tarde estaba en el hotel y presentí algo grande, que iba a ganar. Sentí algo dentro de mí, como que podía pasar. Según se iba acercando el momento, lo veía más claro.
—Se iba sugestionando.
—Me decía: «Voy a intentar ser el mejor esta noche». En mi mente tenía que era una oportunidad brutal. Nadé la final con Kriil Prigoda, que tiene el récord del mundo en piscina corta, con Qin Haiyang, que lo tiene en piscina larga, y con un medallista olímpico en París como Caspar Corbeau. Había nombres muy grandes en esa piscina. Cuando me vi con ellos, la sensación que tuve es que yo también formaba parte de ese grupo de bracistas de élite. Me concentré, disfruté del momento y todo el trabajo que llevaba hecho salió a relucir.
—¿Llevaba la final estudiada o la improvisó sobre la marcha?
—Mi carrera fue el planteamiento de una final más estratégica. La idea era no arriesgar solo para buscar un tiempo más rápido. Me quise asegurar que estaba en todo momento en la pelea y me guardé un poquito, una marcha más, para mis últimos 25 metros. Todo fluyó perfecto.
—¿Se visualiza ya en los Juegos de Los Ángeles 2028?
—Mi objetivo es llegar en las mejores condiciones físicas y mentales. No me pongo ninguna meta, como hacer una final, un podio o colgarme una medalla. Lo que tengo es muchas ganas de saber hasta dónde puedo llegar. No tengo miedo, ni siento presión.
—Concentrará atenciones por haber sido campeón del mundo.
—Yo lo enfoco de manera un poco diferente a la de otros compañeros. A mí la natación no me define, no es mi vida la piscina. Soy Carles, un chaval normal, que entrena para mejorar. Hay miles de nadadores que nunca irán a un Campeonato de España o a un Mundial. No siento una presión añadida ahora por ser campeón del mundo, no me da vértigo eso. Soy feliz con lo que hago, aunque no llegue a nada. Si me salen los resultados, pues de puta madre. Y si no llegan, no va a pasar absolutamente nada.
«Desayuno un chuletón y huevos, con leche no aguantaría»
Carles Coll empezó el año de la misma forma que terminó el anterior. Lideró a Virginia Tech en los dos meetings que disputaron los de Sergi López contra las universidades de Queens y Carolina del Sur. Coll ganó en los 100 y 200 braza y 200 estilos, lo que le valió la consideración de nadador de la semana en la Conferencia de la Costa Atlántica. En marzo le esperan las finales NCA. En julio, el Mundial de piscina larga en Singapur.
—Descríbame su día a día.
—Me levanto a las 5.30 de la mañana. Sobre las 6.15 empezamos el primer entrenamiento. Nos lleva unas dos horas. Vuelvo a casa para desayunar e ir a clase. A mediodía, sobre las 13.00, tenemos sesión de pesas cuatro días por semana, hora y media. Cuando terminamos, nos vamos directos a la piscina para hacer otro entrenamiento de unas dos horas y media. Las semanas que no tenemos clases (estudia Ciencias de la Vida), estiramos un poco más.
—Ya puede desayunar fuerte.
—Después del primer entreno desayuno un chuletón con unos huevos fritos. No podría tomarme un vaso de leche con cereales, no aguantaría. Tengo que darle al cuerpo la energía que necesita. Algún día, por variar, me como un pollo con un plato de arroz.
—¿Qué tipo de persona hay detrás del deportista?
—Un chico normal, sociable. Me gusta el fútbol, jugar a videojuegos y estar con mis amigos. Lo que a la mayoría de chicos de mi edad, supongo. No salgo cada fin de semana de marcha, pero me gusta ir de fiesta y cuando puedo me escapo. No soy de los que se queda todo el tiempo en casa pensando en la natación. Tengo una vida más allá del deporte que me gusta mucho y me ayuda a pensar que no se acaba el mundo si fracaso en la piscina. Intento disfrutar mi camino. Los momentos y las amistades son algo que me quedarán para siempre.
—¿Ha hecho muchas en Virginia desde que llegó en el 2021?
—Están los españoles del equipo, Mario Mollá y Luis Domínguez. Nico García, también. Aquí, de nuevas, conocí a Youssef Ramadan. Hemos estado juntos desde el principio y me ha ayudado mucho. Ha sido un factor clave en mi desarrollo como deportista.
—¿Tiene la percepción de que ahí ha madurado más deprisa?
—Salí de casa con 15 años y a los 18 estaba viviendo solo en Estados Unidos. Llevo mucho tiempo fuera. Al final, los problemas que me he ido encontrando los he tenido que ir resolviendo yo solo muchas veces. Eso te curte.