«No fue para tanto», la violencia en el deporte y la permisividad que mata personas

DEPORTES

MONICA IRAGO

24 feb 2025 . Actualizado a las 12:38 h.

Hay una frase que destruye el deporte cada vez que un indeseable presiona, acosa o insulta a un árbitro, o a un rival, o a un familiar, durante un partido: «No fue para tanto». Cuatro palabras que nos destrozan a todos. Hasta que la sociedad no censure, juzgue y castigue a los agresores, y se convenza de la prioridad que supone acabar con la permisividad de la violencia, verbal o física, seguiremos llorando muertes o agresiones como la del abuelo de un niño árbitro de balonmano, de solo 16 años. El fatal desenlace del ataque al familiar de un menor que dedicaba su tiempo libre a pitar, a poner orden, a facilitar que otros se lo pasen bien practicando deporte, no puede quedarse, otra vez, en el ritual de la condena, el lamento y la confianza en las buenas intenciones.

La muerte de un abuelo mientras veía a su niño arbitrar un partido cadete femenino de balonmano nos desgarra porque encarna lo mejor y lo peor del deporte. A un lado, una familia y la vocación de servicio a los demás; a otro, la violencia contra el eslabón más débil de todos en los partidos de cada fin de semana, los menores árbitros. Jugaban unas niñas y arbitraba un chaval. Ya no es un problema del fútbol, que lo tiene, sino de toda clase de partidos.

Los agresores, son tan «valientes» cuando actúan amparados por el grupo, que palidecen cuando llega la policía o la guardia civil a proteger a los agredidos y activar los protocolos para impartir justicia. 

Porque, en realidad, esta última muerte nos interpela a todos. Nos sitúa ante el espejo de qué estamos haciendo como sociedad. Qué habríamos hecho si hubiésemos presenciado los insultos en Sanxenxo. Y cuánto de enferma está esta sociedad que tolera o relativiza el gran problema de la agresividad en las gradas. Contra niños. Contra abuelos. Contra todos.