
El Barcelona saltó al campo decidido a hacer el trabajo de siempre: dominar y hundir al rival en busca de la victoria. Pero la expulsión de Cubarsí le obligó a cambiar de estrategia y hasta de jugadores en el terreno de juego: a partir de entonces predominó más el aspecto defensivo y se vio obligado a hacer un gran esfuerzo defensivo. Se tuvo que adaptar a las circunstancias. Así, aprovechó ese error del adversario para marcar. Y triunfó, pese a sufrir mucho a consecuencia del desgaste de jugar tantos minutos en inferioridad numérica, e incluso por momentos pasándolo realmente mal.
El Benfica tuvo ante sí la oportunidad de ganar, y además en casa y frente a un Barça metido atrás, pero no la aprovechó. Le faltó agresividad, contundencia y calidad arriba. Para estar entre los mejores de la Champions hace falta matar los partidos. Tuvo ocasiones, pero son jugadores a los que les falta algo. Con la mitad de ocasiones de que dispuso, un Liverpool, un PSG o un Real Madrid no hubieran perdido.
Es sorprendente que Flick cambiase a Dani Olmo y a Lamine Yamal, pero me imagino que quiso ir a lo práctico y dar peso al aspecto defensivo. Quiso centrarse en dar orden, seguridad y fortaleza a su equipo. De paso, ha demostrado que el Barça está bien trabajado defensivamente. Ha querido priorizar el aspecto defensivo antes que el ofensivo.
Queda otro partido por delante, pero con el 0-1 el Barcelona ha salido reforzado y sabe que para la vuelta en casa va a ser todavía mejor. En cambio, el Benfica no va a jugar tan fuerte y, además, anímicamente jugará tocado. En realidad, en la Liga en que milita no dispone de argumentos para sorprender a un equipo azulgrana que tiene muy encarrilado el pase. Sería sorprendente que pasase la eliminatoria.