Ancelotti, cabeza de turco de una debacle con muchos culpables

Óscar Bellot COLPISA

DEPORTES

Juan Medina | REUTERS

La ausencia de equilibrio, la falta de un metrónomo y la discordancia entre los cuatro fantásticos precipitan el desplome del Real Madrid y aconsejan una renovación profunda

17 abr 2025 . Actualizado a las 16:55 h.

Al Real Madrid le quedan por delante siete jornadas de Liga, la final de la Copa del Rey y el Mundial de Clubes, pero los rostros con los que sus futbolistas y el cuerpo técnico abandonaron este miércoles el Santiago Bernabéu eran dignos de un funeral. El Arsenal, un equipo completo al que adornan muchas de las virtudes que tanto echa en falta el cuadro de Chamartín, firmó la sentencia de muerte de los blancos en su competición fetiche con un marcador global de 5-1 a favor de los gunners que ha puesto a Carlo Ancelotti a los pies de los caballos. A menos que el italiano logre ganarle al Barça el doble pulso que su escuadra mantiene con los azulgranas en los dos torneos domésticos, su gloriosa etapa en la capital de España puede estar tocando a su fin.

Como casi siempre sucede cuando los resultados no acompañan a las expectativas, el técnico apunta a ser cabeza turco de una debacle que tiene muchos culpables. Entre ellos está, por supuesto, Carletto. Más allá de cuestiones tácticas, que indudablemente tienen una importancia considerable, uno de los ingredientes fundamentales para el éxito de cualquier estratega es su capacidad para conseguir que el mensaje cale en las tropas que tiene a su cargo.

Lo mismo que valía para Napoléon, para Alejandro Magno o para Julio César es aplicable a los deportes de equipo: si quienes tienen que llevar a cabo las órdenes no hacen suyo el plan de batalla trazado para alcanzar el objetivo, la derrota está servida. El de Reggiolo lleva toda la temporada tratando de meter en vereda a su ejército sin conseguirlo. El hechizo, que funcionó a las mil maravillas en el pasado, ha desaparecido. Esa falta de feeling carga de razones a quienes abogan por un cambio en el banquillo que sirva para aportar ideas frescas y sacuda el ecosistema vigente en una caseta cuyo aburguesamiento se ha visto reforzado por el inmovilismo del hombre de la ceja.

Una planificación errática

Repasados algunos de los deméritos de Ancelotti, toca analizar otros factores de la ecuación que no han funcionado. Comenzando por la planificación deportiva, que se ha revelado errática. El Real Madrid se afanó el verano anterior por conseguir que le creciesen los colmillos, un propósito que llevó a Endrick y a Mbappé al Bernabéu. Sin embargo, perdió forro con la marcha de Nacho al fútbol saudí, brújula con la retirada de Kroos y pértiga con la fuga de Joselu a Catar.

Nueve meses después, el balance de sumas y restas ha dejado a los blancos en números rojos. Ancelotti sintió el adiós de los dos futbolistas que se forjaron en La Fábrica, quienes además de sus extraordinarias cualidades sobre el césped aportaban pegamento al vestuario. Pero fue la baja de Kroos la que le dejó desolado. En lugar de buscar un sustituto que asumiese la manija, en los despachos apostaron por un centro del campo de robusto físico, pero poca clarividencia. Ahí radica la enfermedad más preocupante de cuantas aquejan al paciente. Al Real Madrid le falta un metrónomo, y sin él, el fútbol no puede fluir, ni de forma espectacular ni con la eficacia por la que aboga su técnico.

Para colmo de males, está la hemorragia defensiva. El Real Madrid no tiene equilibrio, entre otras cuestiones por la apatía defensiva del tridente de delanteros con el que ataca, pero los agujeros en la zaga son tan numerosos como preocupante es la renuencia que muestra el club a la hora de taponarlos. Los blancos, que iniciaron la temporada solo con dos centrales sanos, lo que ya de por sí suponía una negligencia, perdieron a Militao en noviembre. Desde la cantera emergió Asencio, que palió daños, pero Ancelotti se ha visto obligado a recurrir en numerosas ocasiones a Tchouaméni para completar el eje de la retaguardia. No solo ahí ha tenido que desvestir a un santo para vestir a otro. Lo mismo ha sucedido en los laterales, donde la lesión de Carvajal ha resultado especialmente dañina. Lucas Vázquez ya no da el nivel necesario y reubicar a Valverde no compensa porque su presencia en el centro del campo es imprescindible. La previsible llegada de Trent Alexander-Arnold ayudará, pero el Real Madrid necesita más refuerzos en la zaga porque también cojea en el lateral izquierdo y fiarlo todo a los regresos de Carvajal y Militao puede llevar a los blancos a hacerse demasiadas trampas al solitario, como pone de manifiesto el caso de Alaba.

Astros en el disparadero

Por último, aunque no menos importante, está la discordancia entre las expectativas y la realidad de los cuatro fantásticos. Para que el Real Madrid saliese adelante pese a los numerosos defectos reseñados, necesitaba una versión sobresaliente y armónica de ese póker de astros. Pero ni han destacado como se esperaba a nivel individual, ni han operado con las sinergias precisas. Especialmente decepcionante ha sido el rendimiento de Rodrygo y Vinicius, a quienes la llegada de Mbappé restó foco y parece haber rebajado su ánimo y nivel de compromiso. Ni el 11 ni el 7 andan lejos de sus habituales registros de goles y asistencias, pero la temporada de uno y otro está marcada por destellos fulgurantes a los que han acompañado largos períodos de atonía.

Algo parecido puede decirse de Mbappé, quien pese a las 33 dianas que acumula no ha sido ese botón nuclear que el Real Madrid esperaba. Más allá de la eliminatoria ante el Manchester City, el francés no ha dejado su impronta en las grandes noches y ha sumado una nueva decepción en la Champions a las muchas que coleccionó con el PSG. Tampoco le han ido bien las cosas a Bellingham, que se ha visto perjudicado por la multiplicación de funciones que ha tenido que asumir a raíz de las carencias de la plantilla y no ha sido tan determinante como la campaña anterior.

Son muchos los frentes a los que tendrá que atender el Real Madrid una vez concluida la temporada y hecho el balance final. Porque a todo lo señalado anteriormente se unen las decisiones que el club deberá tomar respecto a dos veteranos como Modric y Lucas Vázquez que acaban contrato y que, como Ancelotti, pueden estar viviendo su ocaso como madridistas. Igual que los éxitos sirven para prolongar ciclos, a veces más de lo aconsejable, los fracasos plantan la semilla de las revoluciones. Como la que puede estar a punto de desencadenarse en Chamartín en medio de un runrún de rumores que apuntan a Xabi Alonso, Dean Huijsen o Martin Zubimendi como los deseados para reflotar la nave.