La superación de Alberto Cabanas: ocho «ironmans» más tras esquivar la muerte y dormir 156 días sentado

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El triatleta de Rábade no ha dejado de estirar su colección de pruebas de larga distancia tras recuperarse del accidente en bici que casi le cuesta la vida

13 may 2025 . Actualizado a las 18:40 h.

Probablemente no haya otro triatleta gallego con tantas participaciones en iromans como Alberto Cabanas (Rábade, 1972). Lleva ya 30 desde que en el 2004 se estrenó en el de Lanzarote. «Cada vez me gusta más porque veo que el cuerpo responde. Incluso ahora voy más rápido que cuando era joven, aunque es verdad que la recuperación es más lenta», asegura este autónomo de 52 años, afincado en Málaga desde 1997 y padre de dos hijos, Sivia y Jorge, que llevan camino de seguir sus pasos y sus principales apoyos junto a su esposa, Sara. A sus espaldas, 115,8 kilómetros de natación, 5.400 en bici y 1.266 de carrera a pie repartidos por diferentes países de Europa, África y América. «Competí en Austria, en Alemania, en Francia, en Sudáfrica, en Texas...», rememora.

Los datos imponen y su historia cobra éxtasis a partir del infausto episodio que sufrió en agosto del 2021, cuando un accidente sobre la bicicleta casi le cuesta la vida. «Acababa de pasar el covid y solo cuatro día después de que me dieran el alta me puse a preparar el Ironman de Vitoria. Cuando llevaba 160 kilómetros en bici, me dio un síncope, me caí y me hice mucho daño. Me fracturé cinco costillas, que se me clavaron en el pulmón, me rompí la clavícula, la rótula, varios tendones...», cuenta Cabanas, quien, a pesar de que las lesiones le obligaron a «dormir sentado 156 días, con un collarín para que no se me cayera la cabeza», no perdió ni un ápice de entusiasmo por las competiciones de larga distancia. Menos de un año después de aquel fatídico día ya participó en el Ironman de Frankfurt, del que más orgulloso se siente por el calvario que había dejado atrás, y ya suma ocho grandes pruebas desde el accidente. El susto no le quitó las ganas de seguir porque «nadie me lo provocó, fue un fallo mío por no guardar más reposo. El deporte es lo que me da energía para llevar a cabo mis obligaciones familiares, laborales.... ¿Por qué lo iba a abandonar?», reflexiona.

A su colección de pruebas añadió hace algunos meses la más especial: el Ironman de Hawái. Su gran sueño desde que en 1993 descubrió el triatlón cuando ejerció de aguador en una prueba del campeonato de España al lado de su casa en Rábade. «‘Esto es lo que verdaderamente más me gusta a mí’, me dije. Y ahí empezó todo», recuerda.

Asistir al ironman más prestigioso no fue fácil, puesto son los méritos en citas anteriores los que te abren las puertas y «solo el 1 % o el 2 % de las personas que lo intentan se clasifican», apunta Alberto Cabanas, que se encontró en Hawái un espectáculo «mucho mejor de lo que esperaba». «Todo es increíble, aunque lo que más destacaría es el respeto que hay entre todos los participantes. Es diferente, nadie te mira por encima del hombro, aunque no seas de los mejores, y todo el mundo reconoce el esfuerzo del que tiene al lado», cuenta aún emocionado por la experiencia, que afrontó en unas condiciones muy poco favorables para semejante esfuerzo. «Fue un día duro al ser la primera vez porque no estás acostumbrado a tanta humedad ni a tanto calor», asegura.

Completado el reto más ansiado, en su agenda ya hay nuevas citas. En unas semanas competirá en el campeonato de España que se celebrará en Marina d’Or y en octubre regresará a Cascais a la procura de otro billete para repetir vivencias en Hawái: «Después iré o no si me clasifico, pero me quedaron muchas ganas de repetir», confiesa. Por entusiasmo y fuerza de voluntad no va a quedar. De eso va sobrado el rabadense, miembro del laureado equipo Desam.

La experiencia de cruzar a nado dos veces el estrecho de Gibraltar

El mismo año que completó su primer ironman, en Lanzarote, y curtido por experiencias anteriores en un buen puñado de pruebas de triatlón, Alberto Cabanas se atrevió con el desafío impulsado por la Federación Andaluza de Salvamento y Socorrismo: cruzar a nado el estrecho de Gibraltar. En una travesía con 32 nadadores y numerosos abandonos, el lucense fue uno de los dos aspirantes que llegó al destino. «Solo lo conseguimos una chica y yo, y no porque fuéramos los mejores nadadores, ni mucho menos, seguramente estaríamos entre los peores», cuenta. En su opinión, no es cuestión de técnica ni de resistencia, sino de fortaleza mental. «Es cuestión de cabeza más que de saber nadar bien. Por la distancia, cualquiera lo puede hacer, ya que son 12 kilómetros, pero verte allí en medio del mar impresiona un poco», dice.

Animado por la grata experiencia del año anterior, Cabanas también se inscribió en la segunda entrega del desafío de nadar desde Algeciras hasta Ceuta. Y otra vez alcanzó la meta. «Tuvimos suerte porque, justo acabamos de cruzar nosotros, cerraron el estrecho al tráfico marítimo por un fuerte temporal», recuerda. «Hay que tener mucho cuidado y subirte a la lancha cuando pasan los petroleros», añade. Tras aquella gesta dejó definitivamente las aventuras: «Lo mío es el triatlón», sentencia.