
Que instituciones de la talla del Real Madrid hayan incurrido en alineaciones indebidas ilustra que ni el prestigio inmuniza frente al descuido
19 may 2025 . Actualizado a las 19:48 h.El punto de partida para valorar la posible comisión de una alineación indebida en competiciones organizadas por la Real Federación Gallega de Fútbol se halla en el artículo 224 de su Reglamento General, auténtico guardián de la legalidad deportiva, que establece con claridad los requisitos para la alineación de futbolistas, citando, entre ellos, la exigencia de una edad acorde con las disposiciones vigentes.
En este marco, el artículo 227.1 del mismo Reglamento lanza una advertencia meridiana para los clubes que disponen de jugadores con licencia de equipos dependientes: el límite de edad para intervenir en categoría superior queda fijado en veintitrés años (veinticinco para los guardametas). Traspasar esa línea significa cruzar el umbral de la legalidad. Y lo deja aún más claro en su epígrafe c), aclarando que: «El derecho inherente en cuanto a las alineaciones entre equipos dependientes no podrá ser ejercida por los futbolistas que superen las edades señaladas en el punto 1 de este artículo».
El Código Disciplinario de la RFGF, en su artículo 68.1, no deja lugar a dudas sobre las consecuencias de este tipo de errores: «En todo caso, al club que alinee indebidamente a un futbolista por no reunir los requisitos reglamentarios para poder participar en un partido, se le dará este por perdido, declarándose vencedor al oponente con el resultado de tres goles a cero…»
Un «en todo caso» que encierra un pesar enorme. Porque más allá de la norma, hay un esfuerzo, hay sueños por cumplir, hay ascensos y descensos en juego. Y sin embargo, por desgracia para el fútbol, la prudencia que debería presidir la gestión de los clubes no siempre prevalece, de forma que, lo que debiera dirimirse con goles, regates y coraje en el terreno de juego, acaba resolviéndose en despachos entre papeles y Comités.
Que instituciones de la talla del Real Madrid o el Real Club Celta, con estructuras profesionales y recursos de primer nivel, hayan incurrido en errores de este tipo, ilustra que ni el prestigio ni la historia inmunizan frente al descuido. Por eso, no debe extrañar que un club humilde, como tantos que compiten en las categorías regionales de nuestro fútbol, pueda también tropezar en ese mismo escollo.
Así parece haber ocurrido con la alineación de David Vázquez en la última jornada de la Preferente Futgal con el club Cented Academy. Con licencia de equipo dependiente y superando los veintitrés años reglamentarios, su participación parece abocada a una resolución que borrará del acta los méritos deportivos obtenidos en el césped.
Pero las decisiones no son inocuas. La probable sanción arrastra consigo un efecto dominó que golpea a otros. Entre los damnificados está nuestra SD O Val, cuya permanencia en la categoría ya no depende exclusivamente de su esfuerzo, sino del ascenso de un segundo conjunto gallego a Segunda RFEF.
Y así, una alineación indebida se convierte en una herida abierta para ese fútbol modesto que lucha cada jornada por sobrevivir y ahora obligado a esperar, no por lo que hizo, sino por lo que otros no cuidaron lo suficiente.
Y eso, duele, porque en el deporte, como en la vida, no siempre ganan los que más lo merecen, sino los que menos se equivocan.