Stuttgart, el jardín del edén para los Merino

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Angelika Warmuth | REUTERS

Mikel volvió a marcar en el campo en el que debutó y donde brilló su padre once meses después de darle allí a España el pase a la semifinal de la Eurocopa

05 jun 2025 . Actualizado a las 23:49 h.

En Stuttgart queda escrito uno de esos idilios para la historia. Un retal de romanticismo. Una dosis para que los panenkitas puedan nutrirse. Hace algo menos de un año Mikel Merino (Pamplona, 1996) puso allí a España patas arriba en el último minuto de la prórroga contra los alemanes. El preludio de la tercera Eurocopa. «Fue un momento tan mágico que lo recordaré siempre». Se fue a la esquina y dio una vuelta al banderín. La misma celebración, en el mismo lugar, que había hecho más de tres décadas atrás, en noviembre de 1991, Miguel, su padre, cuando jugaba como mediocentro en Osasuna y marcó con otro testarazo el gol que valía el pase a los octavos de la Copa de la UEFA. «Ya es coincidencia de que te salga un hijo futbolista. Lo es más que juegue en el mismo campo en el que has marcado tú, estando en Alemania, y ya es la leche que meta él un gol allí también». Orgullo de padre. «Tengo ganas de verle y darle un abrazo». Sentimiento de hijo.

Mikel regresaba a Stuttgart, al edén familiar, el mismo estadio en el que había debutado como internacional ante Alemania en septiembre del 2020. Otra fecha para el álbum familiar en el mismo escenario. Antes Neckarstadion, ahora Stuttgart Arena. «Siempre es muy especial volver, sobre todo por los recuerdos personales. El fútbol tiene esto de que al final vuelves a cruzar caminos», dijo Mikel horas antes de medirse a Francia. Y allí, el mayor de los tres hijos que Miguel Merino tuvo con Maite Zazón, una pamplonesa, cuando ya competía para el Celta, volvió a encontrarse con el gol. Hizo el segundo. Aprovechó una pared cosida con métrica con Oyarzabal para plantarse en el margen diestro del área y llevar la pelota a la red.

Fiel a la tradición familiar en Stuttgart, para festejarlo Mikel Merino corrió en solitario hacia el vértice del córner y lo rodeó. «Fue ‘deja vu’, nunca mejor dicho. Muy feliz, estoy muy contento. Este partido tiene algo especial para los míos y he dado otra vuelta al banderín. Otra ocasión que jamás voy a olvidar». Para comprarse casa en Stuttgart.