El dudoso significado de la palabra «equipo» en el deporte base

Ignacio Meitín Buján
Ignacio Meitín DESDE LA GRADA

DEPORTES

ÓSCAR VÁZQUEZ

11 jun 2025 . Actualizado a las 09:57 h.

Avanza el mes de junio y a la vuelta de la esquina están las vacaciones para los miles de niños y niñas de A Mariña que compaginan sus obligaciones escolares con alguna actividad deportiva a modo de refuerzo, teóricamente, para absorber los valores que se les inculcan en casa y en el colegio. Toca decir hasta pronto a las aulas, donde verdaderamente hay que exigirles el mejor rendimiento posible, y poner el broche a otro curso deportivo en el que, lamentablemente, han vuelto a quedar en entredicho las líneas maestras y la finalidad de determinadas entidades que se hacen llamar escuelas deportivas, Sean de fútbol, fútbol sala, baloncesto o remo, entre otras disciplinas. Y a los hechos me remito.

¿Cómo es posible que en el partido de despedida de la temporada, con un título en juego, que debería ser lo de menos, y en un equipo de 11-12 jugadores, tres niños de entre 8 y 9 años no jueguen ni un solo segundo y otros dos tengan un paso efímero por la cancha? Y lo más triste, ¿cuál es la manera de explicárselo a ellos? No hay diferencia en los méritos, pero sí a la hora de repartir las oportunidades.

La experiencia me dice que el deporte base está en un proceso de incesante pérdida de su esencia. Es habitual encontrar un equipo de ‘buenos’ y otro de ‘malos’ en la misma entidad. ¿El objetivo? Ganar. No se debería permitir tal diferencia ni relegar sistemáticamente a ninguna niña o a ningún niño al banquillo en detrimento de su autoestima y su confianza. El espíritu deportivo a determinadas edades es más que la competencia. ¿De verdad tanto importa ganar? Como adultos deberíamos ser conscientes de que esa ansía por ganar y competir tiene que llegar más adelante. Tienen ante sí toda una vida de peleas. Lo que toca ahora es aprender y divertirse. ¿Por qué no dejar que todos jueguen, aunque sea mal? Que tropiecen, que se equivoquen, que echen balones fuera... ¿No sería mejor ese aprendizaje? Estamos hablando de críos que ya de manera natural pierden autoestima.

Y aquí dejo mi impresión con la esperanza de que todos (entrenadores, dirigentes y, por supuesto, padres) reflexionemos para devolver al deporte base su naturaleza. Hagámoslo por ellas y por ellos. Lo agradecerán.