
Los red devils se han gastado más de 2.000 millones de euros desde que se fue Álex Ferguson y siguen sin dar con la tecla.
25 jul 2025 . Actualizado a las 18:54 h.El Manchester United está siendo, un año más, uno de los grandes agitadores del mercado. Los fichajes de Bryan Mbeumo por 82 millones y Matheus Cunha por 73 con el objetivo de reflotar la delantera del equipo han puesto una vez más sobre la mesa la desesperación de la entidad por reflotar un barco que lleva años a la deriva. Desde que se marchara Alex Ferguson en el 2013 todo han sido palos de ciego, con más de 2.000 millones de euros invertidos en fichajes y con un rendimiento deportivo que cada año está más en entredicho. Tras un año más lejos de la élite, el United quiere volver a competir con los mejores, pero no sabe cómo hacerlo.
Y es que los fichajes de Mbeumo y Cunha suenan más a un arrebato que a la consolidación de un proyecto deportivo. Tras un curso en el que Rúben Amorim no ha sabido dar con la tecla para que su equipo sea compacto y encuentre una identidad, la llegada de dos delanteros puros no parece suficiente medicina para un conjunto sin alma. El United fue el quinto equipo con menos gol (44) de la Premier League la temporada pasada, solo por detrás de Southampton (26), Leicester City (33), Ipswich Town (36) y Everton (42), pero lo fue por muchos factores. No solo fallaron Hojlund o Zirkzee, los dos delanteros más utilizados a lo largo de la temporada y que acabaron con diez y siete goles, respectivamente.
El problema del Manchester United es un mal endémico que viene desde hace más de una década. La entidad mancuniana se construyó, paradójicamente, a través de la paciencia, quizá el elemento que más está faltando en la actualidad. Ferguson llegó a estar en entredicho en sus inicios, flirteó con la posibilidad de ser despedido y se le aguantó hasta que el proyecto dio frutos. El resultado fueron 38 títulos resumidos en trece Premier League, cinco FA Cups, cuatro Copas de la Liga, diez Community Shields, dos Champions, una Recopa de Europa, una Supercopa de Europa, una Copa Intercontinental y un Mundial de Clubes.
Todo ese legado se ha visto resumido en una urgencia permanente desde que se marchara. El United ha querido perpetuar ese ciclo ganador y no ha sabido lograrlo. Ferguson dejó el cargo en el 2013 y desde entonces los red devils han gastado 2.140 millones de euros en fichajes y han dejado un balance de 1.500 millones en pérdidas entre compras y ventas. El United es una trituradora de futbolistas y además de los caros. Inversiones tan dudosas en cuanto a precio/rendimiento como las de Martial (60), Pogba (105), Lukaku (84,7), Fred (59), Maguire (87), Wan Bissaka (55), Van de Beek (39), Jadon Sancho (85), Raphael Varane (40), , Antony (95), Casemiro (70,65), Hojlund (77,8) o Mason Mount (67,7) han puesto en entredicho una política de fichajes en la que parece que es necesario cazar todo aquel ave que sobrevuele la mente de sus dirigentes.
Pérdida de identidad
Todos estos fichajes han sido víctimas de los continuos volantazos que ha dado el Manchester United en su proyecto. Hasta diez entrenadores han pasado por Old Trafford en apenas doce años y algunos con un sistema de juego tan dispar como el que dispone David Moyes (2013-2014) y el que estila Erik ten Hag (2022-2024). Por el medio, Solskjaer, Giggs, Van Gaal o Rangnick, entrenadores que han trabajado con una cuenta atrás y con una presión insostenible. La búsqueda de gloria desde que se fuera Ferguson apenas ha supuesto una FA Cup, una Community Shield, una Copa de la Liga y una Europa League. Un bagaje muy pobre para un equipo que hace una década era el rey de la liga inglesa y que ha visto cómo el Manchester City y el Liverpool le ha recortado distancias, hasta el punto de que los de Merseyside ya están a la misma altura con 20 entorchados.
La travesía por el desierto del Manchester United ha traído resultados sonrojantes como el decimoquinto puesto de la temporada pasada y también una pérdida de identidad importante en la afición. La llegada de los Glazer primero y de Jim Ratcliffe después han provocado que se acentúen movimientos de protesta por los excesivos precios de las entradas, los despidos masivos de empleados y la deriva del club bajo el grito «Glazers Out», el más repetido cuando en marzo los aficionados decidieron echarse a las calles. Para entonces, el Manchester United ya había despedido cinco meses antes a Ferguson del cargo de embajador, curiosamente, para rebajar costes, acabando así con el último resquicio de la era más ganadora del United. Desde su marcha todo han sido idas y venidas.