
Aunque se presuponía que iba a ser un año complejo para el madrileño, está siendo peor de lo previsto y su prometedor futuro se ha torcido
01 sep 2025 . Actualizado a las 17:52 h.La cara con la que Carlos Sainz salió del circuito de Zandvoort en la víspera de su 31 cumpleaños no era de mucha felicidad. Todo lo contrario. Estaba hastiado de ver cómo, otro domingo más, la fortuna le daba una bofetada que esta vez se veía multiplicada por la actitud de la FIA, que ni siquiera le dio la justa oportunidad -luego ya se vería si la razón le acompañaba o no- de replicar ante la sanción que le impusieron por su toque con Liam Lawson.
Aunque no es más que un incidente que no va a pasar de ahí y que para el madrileño no va a suponer grandes cambios con respecto a su futuro, sí es un síntoma del status que ostenta: Sainz ya es irrelevante en el paddock. La caída en desgracia por el fichaje de Hamilton por Ferrari, algo que ya está generando voces críticas por el pésimo resultado que está dando, obligó a Sainz a irse a buscar la vida fuera.
Las dudas con el proyecto de Audi —hoy aún Sauber y que ya ha obtenido un podio en este 2025—, los cantos de sirena que no se materializaron en Red Bull o el fallido acercamiento a Alpine hicieron que fuera Williams la última puerta posible para continuar en la fórmula 1. Sainz pasó de pelear por victorias o, al menos, por podios, a tener que adaptarse a los zapatos de un viejo gigante al que su compañero Alex Albon está más que adaptado.
Y es que Sainz no está sufriendo porque su coche sea inferior, por malas estrategias o porque él haya perdido de manera súbita el rendimiento, lo que los anglos llaman el cliff. Lo suyo es, sencillamente, un misterio. «Otro fin de semana que iba delante de Alex una vez más y ves a Alex terminar quinto y a mí terminar fuera de los puntos, cuando estaba yo por delante. Es curioso que esta temporada, por alguna razón que no entiendo, siempre acaban pasando este tipo de cosas. Es algo que tendré que mirar con más atención, pero igual tengo que escoger mejor las batallas», resumía después de la enésima vez que su compañero le ganaba la partida. Sainz solo ha podido con Albon en tres de las quince carreras disputadas. Demoledor.
¿El fin de sus opciones?
La desesperación del madrileño queda patente porque él, a diferencia de otros de los pilotos que cambiaron de equipo, sabe que en el 2026, con el cambio de normativa y, salvo máxima sorpresa, no habrá muchos cambios en sus perspectivas. Williams no es una escudería de la que se esperan muchas modificaciones sobre lo previsto: pelear por los puntos será, de nuevo, su gran objetivo inicial.
Cuando se llegue a ese río, se cruzará ese puente. Hasta ese momento, Sainz tendrá la difícil tarea de convencer a los aficionados de que si Albon le cuadriplica en puntos (16 del madrileño por 64 del anglotailandés) no es porque se le haya olvidado correr de repente. Pero se hace difícil ver que Sainz, a estas alturas del campeonato, está compartiendo zona de la clasificación con Oliver Bearman y Gabriel Bortoleto, dos novatos, siendo el madrileño uno de los más veteranos de la parrilla. Y no es debido al coche, ya que su compañero está en una zona dulce tras una temporada de las que sirven para reivindicarse.
La forma en la que Albon sonrie carrera tras carrera, en comparación a lo que expresa Sainz, es lo suficientemente elocuente: a él le sale todo bien. «Creo que hoy fue una carrera perfecta. Tuvimos una salida muy buena y luego hubo muchos accidentes que nos ayudaron. No sé por qué hubo tanto caos, pero mantuvimos la calma y tuvimos una buena carrera. Mantuvimos el rumbo, reaccionamos ante lo que pasó a nuestro alrededor y conseguimos la quinta posición», decía Albon tras la cita de Zandvoort.
En Monza, donde Sainz ha vivido de primera mano lo que supone ser piloto de Ferrari y adonde ahora tendrá que regresar como un ex, gozará de una oportunidad envenenada. No le vale con superar a Albon a partir de ahora: tiene que hacerlo con solvencia. El otro filo de la navaja es que, si su compañero le vuelve a vencer con autoridad, quedará demostrado que este 2025 ya es irrecuperable a todas vistas.